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Capítulo 51: ¿Deseáis libertad?

 Punto de vista de Saun:

 Siguiendo las órdenes de nuestro señor, tanto Irina como yo marchamos al bosque, teníamos que buscar una manera de obtener a los esclavos del pájaro para nosotros, estoy seguro de que podremos obtener unos buenos resultados, la sonrisa siniestra de Irina es una muestra clara de que está segura de conseguirlo.

 Desde mi perspectiva, hubiese sido mejor eliminarlos, si ellos no existieran retrasaría la formación de una zona de aterrizaje, dándonos más tiempo para prepararnos.

 Aunque también es cierto que tener vasallos sería lo mejor para nuestro ascenso, pero quien dice que ellos se nos someterán, ya han sido esclavos tanto tiempo, como sabemos que no nos traicionaran o simplemente huirán en busca de libertad.

 Dentro de lo que cabe, nosotros le otorgaríamos una libertad a medias, ellos estarían bajo nuestra, bueno, si ellos intentan algo gracioso en nuestra contra, yo seré la sombra que los perseguirá por el fin de los tiempos.

 En poco tiempo ya habíamos llegado a una zona interior del bosque, los sonidos ahora eran más audibles, se notaba que habían más esclavos y seguro que estaban deforestando a toda prisa, los sonidos retumbantes se volvieron una comparsa para los sonidos de gritos y latigazos, incluso podíamos captar el olor de la sangre.

 Nos detuvimos al momento, decidimos subir a un árbol cercano e intentar ver la situación, ocultos en las hojas de la copa.

 Para nuestra sorpresa, la zona de aterrizaje estaba repleta de personas, había más de mil de ellos, entre este grupo los monos eran realmente fáciles de distinguir, con su intento de trapo para cubrirse, las innumerables heridas en su piel y carne. También porque eran los únicos trabajando.

 La situación actual era realmente peor que hace unas horas, había incluso niños siendo sometidos al trabajo y siendo azotados.

 - Parece que la situación va mejor de lo previsto, incluso diría que no los están alimentando - Para mi sorpresa, Irina estaba feliz de la situación actual, a ver, que yo no les tengo ningún cariño, pero... Preferiría matarlos rápido y sin sufrimiento.

 Bueno son las perceptivas de cada uno.

 En ese momento Irina me estaba mirando y aunque no podíamos vernos a los ojos, podía notar su disgusto.

 - No disfruto de su situación, asesino loco, solo que si ellos sufren así, será más fácil atraerlos, incluso podríamos obtener su lealtad incondicional, piénsalo desde otro punto de vista. Unas amables personas, deciden de manera algo altruista alejarles de todo sufrimiento, salvándoles heroicamente y subyugando a sus monstruosos captores, ¿no se sentirían en deuda? - Mientras lo decía ella gesticulaba, dándole dramatismo a su monólogo.

 Aunque yo solo podía pensar en una cosa.

 - ¿COMO QUE ASESINO LOCO? - A lo que ella se rio.

 - Sabía que solo estarías pensando en eso, a ver, dime, ¿no estabas pensando que sería más eficiente matarlos a todos? - En ese momento me quedé de piedra, ella no tendrá una habilidad para leer la mente, ¿verdad?

 - No, no la tengo, pero la mayoría sois como libros abiertos para mí - !BRUJA¡, puede leer la mente.

 Irina me enseñó el dedo de en medio y saltó al suelo.

 Tendré que decirle al maestro sobre esta aterradora habilidad de Irina.

 Seguí a la bruja y nos quedamos agachados.

 - Bien, el plan será este, es muy sencillo, tendrás que buscar un hueco entre los guardias y acercarte a un hombre, el que este más herido pero con mejor constitución, mantente siempre oculto y dile sin más, que tienen una posibilidad de escapar de esta situación, si pregunta el cómo, solo dile que cuando empiece la batalla esté atento a los seres blancos con máscaras y cuando estas estén siendo quitadas, que cierren los ojos y sigan cargando, que transmita esto a todos los de su raza - Asentí, pero no me gusto, este es uno de los secretos de nuestro señor, si ellos pasasen esta información a sus captores entonces estaríamos sin una de nuestras cartas más poderosas.

 - Entiendo tu disgusto, pero sé que cuando nuestro señor vea el número inmenso de enemigos querrá quitarse la máscara y nosotros lo apoyaremos. También estoy segura que ellos no nos traicionaran, su sufrimiento es demasiado grande como para dejar pasar una oportunidad.

 Por último, si te preguntan sobre como es el maestro, tú diles lo que piensas de verdad, no mientas bajo ningún concepto, solo así el éxito está casi 100% seguro - Asentí y activé mi personalidad, volviéndome algo parecido a una sombra, sin ningún sonido, más ágil, letal.

 Comencé a marchar por el linde de la zona, aprovechando la noche mi figura era difícil de ver, más para algunos guardias con unas estadísticas tan bajas.

 Siendo así, pude buscar sin mucho temor al esclavo idóneo, según Irina, fuerte y mal herido.

 Tras una hora, pude ver a uno que coincidía, aunque escuálido se podía ver una fuerte fisionomía, también estaba muy mal herido, a tal manera que un anciano esclavo lo apoyaba sobre su cuerpo mientras trabajaban.

 En ese momento di gracias a que ellos trabajaban en expandir la zona, haciendo que siempre estén dispersos y en los extremos, haciendo mi trabajo mucho más fácil, si llegasen a estar en medio de todos los guardias, sería casi imposible entrar para hablar con alguno.

 Comencé a seguir al par de hombres-mono y llegué justo a un árbol de distancia, escondido detrás de este.

 Podía escuchar sus jadeos, sus cuerpos estaban al límite y aun así continuaban su trabajo, la desesperación era clara en sus caras, el hecho de que ese anciano pudiera apoyar al hombre, era realmente un milagro.

 - ¿Deseáis la libertad? - Pude verlo, en sus ojos había desconcierto, un toque de miedo y esperanza. Pero esta última fue rápidamente ocultada y consumida por la desesperación.

 - Por favor señor guardia, no nos haga bromas tan pesadas - La cara del viejo era triste, mientras que la del joven llena de libido y sed de sangre.

Parecía que me confundieron.

 - No soy ningún guardia, ni nada por el estilo - Con ello extendí mi mano y quité la oscuridad de ella, dejando verla fuera del árbol donde me escondía y un trecho de mi brazo.

 

 Sus ojos brillaron de nuevo.

 - Lo volveré a repetir y esta vez espero una respuesta. ¿Deseáis la libertad? - A mi pregunta el joven comenzó a temblar, parecía extasiado, pero en cambio, el viejo rápidamente lo detuvo.

 Ahora entiendo porque la bruja me mandó a buscar a un joven así, impulsivo, fácil de engañar, de atraer, sin la sabiduría de los años.

 Puede que la haya cagado por tener al anciano también metido en esto.

 - Dime extraño, cuál sería el precio por nuestra libertad, no existe almuerzo gratis en este mundo - Maldito viejo.

 - El precio sería vuestra libertad, una vez salvados serviréis bajo de mi señor - El viejo parecía dubitativo, mientras el joven casi gritó.

 - Olvídalo papa, es otro monstruo que intenta volvernos esclavos, por lo menos en batalla moriremos con honor - Su temperamento me recuerda a Gal, aunque también tiene razón, desde su punto de vista no cambiaría mucho su situación.

 Pero las palabras del viejo me impresionaron.

 - Cállate maldito estúpido, si mueres quien defenderá al clan, acaso piensas que tras morir esos asquerosos pájaros dejaran a los nuestros, solo eres un maldito iluso y un cobarde, preferir morir a quedarte a su lado, es el pensamiento de tontos - Parece que el carácter fuerte del hijo vino del padre.

 - Extraño, quiero hacerte unas preguntas, pero tendrá que esperar un poco, en nada este árbol caerá y pasaremos al siguiente - Sin decir nada me moví, al minuto escaso el árbol donde ellos usaban su magia fue arrancado.

 - Bien extraño, has dicho que te serviremos, entonces dime que trato tendremos - La edad suele ser símil de sabiduría y el anciano era la confirmación de esta regla.

 - Lo primero, no me serviréis, únicamente a mi señor. Segundo, vosotros calificareis como vasallos, pero esto durara durante vuestra existencia, lo único diferente de ser esclavos es que no tendréis cadenas, ni sufriréis hambre, tampoco seréis castigados a no ser que hagáis algo estúpido, si no, sufriréis aún más que ahora - El anciano estaba pensando y el joven no se atrevió a hablar, pero sus puños apretados mostraban su descontento.

 - También os daremos un regalo de Bienvenida - En ese momento, estaba sonriendo, solo de pensarlo se me aceleraba el corazón, una pena que no pudiesen verme la cara.

 - ¿Qué será ese regalo? - El joven preguntó, pero el viejo seguía en sus pensamientos.

 - Que regalos sería más placentero que la venganza - jajaja. Lo note, lo escuche, sus corazones se saltaron un latido, parece que será divertido al final no matarlos.

 Ellos, ambos, padre e hijo, estaban temblando, parecían un par de gelatinas con un toque de sed de sangre.

 - Tengo una última pregunta - El anciano se recuperó mucho más rápido que su hijo.

 - Dime viejo -

 - ¿Qué piensas de tu señor?, lo has mencionado unas pocas de veces - Esa maldita bruja ha predicho todo, realmente da miedo.

 - Mi señor es un santo en este mundo, alguien que ha dado su vida por nosotros, aunque no lo hizo por bondad, él lo admitió, no quiere que pensemos cosas que no son, él es amable con los suyos y el verdugo de sus enemigos, yo soy su arma, una de ellas y mi vida es suya, si le sirves vivirás, si le fallas estarás muerto y no hará falta que él de la orden, pues yo seré vuestra sombra hasta que no quede ninguno con vida - Con cada palabra, un toque de adoración y sed de sangre se expulsaba, no habían mentiras, solo hechos.

 Tanto el viejo como el joven estaban temblando, miedo, la sed de sangre los estaba envolviendo, parecía que estuviesen envueltos entre depredadores.

 - Por último viejo, cuando marchéis a la guerra, fijaos en los seres de blanco con máscaras, si se quitan las máscaras, corred con los ojos cerrados, si lo hacéis sobreviviréis y os salvareis. Si esta información llega a los pájaros, estáis muertos, si no lo hacéis, estáis muertos, si no os comportáis cuando estéis con mi señor... -

 - Estaremos muertos - El joven parecía entenderlo, pero no del todo.

 - No, no moriréis, viviréis, mientras veis como vuestros amigos y familiares son torturados durante toda vuestra vida y os aseguro que durara muuuucho - Con todo dicho me fui, ya no hacía falta decir más.