Zayne cerró la puerta detrás de sí.
—¿Has oído alguna noticia sobre los soldados buscándome? ¿Te ha causado problemas Graham? —preguntó Rosa, preocupada por Zayne.
—No lo ha hecho y no he visto soldados desde que te ayudé. Tendrán que rendirse en algún momento y aunque se encuentren en mis puertas, no les permitiré entrar. ¿Te gustaría que muriera? Graham —aclaró Zayne.
Allí terminarían los problemas de Rosa.
—Me encantaría que cayera muerto, pero espero que no seas tú quien piense en matarlo. Ya te he causado demasiados problemas. No quiero que lo mates por mí —respondió Rosa—. Serías torturado aún más ya que no eres de esta tierra. ¿Qué pasa con tu tregua?
—Tendrían que atraparme para torturarme. Solo necesitas decirlo y puedo deshacerme de él por ti —ofreció Zayne.
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