Rosa se preocupaba por los dedos de Daniel, ya que eran su vida. Ella era la única que sabía que Zayne no era ajeno a cortar los dedos de alguien.
—Fue amable de tu parte preguntar, pero debo declinar. Deseo mirar un poco más alrededor —respondió Rosa.
Daniel colocó sus manos detrás de su espalda. —Entiendo. Bueno —se aclaró la garganta y evitó la mirada de Zayne—. Nadie le había informado que ella estaba siendo cortejada por el forastero. —Vendré de nuevo para ver si estás lista para bailar. Fue maravilloso hablar contigo, Señor Ambrose.
—Lo mismo digo —respondió Víctor.
Madeline se tapó la boca con la mano para que no se notara que se reía. —Tienes talento para ahuyentar pretendientes, Zayne. Daniel valora mucho sus manos, así que dudo que vuelva a pedirle a Rosa que baile. Hay otras cosas que puedes hacer para mantenerlos alejados.
—Lo sé —respondió Zayne.
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