—¿Puede moverse? —preguntó Jael con cara seria.
Mack negó con la cabeza, —No, sigue en un estado terrible.
—Ya veo, puedes volver a tus aposentos.
—Gracias, mi Señor —Mack volvió y se inclinó dos veces antes de alejarse rápidamente.
Jael giró sobre sus talones y se dirigió de vuelta en la dirección de la que venía. Llegó frente a la biblioteca en poco tiempo y echó un vistazo hacia la puerta. Podía decir sin comprobar que ella aún estaba allí.
Pasó de largo de la biblioteca hacia las escaleras, el piso al que se dirigía era el que estaba justo encima de la biblioteca. Aceleró el paso por las escaleras que conducían al piso. Pasó la primera habitación y la segunda, se detuvo frente a la tercera y empujó la puerta para abrirla.
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