La oscuridad de la noche le era un buen refugio natural para poder dar esa reunión de emergencia. Mientras subía por la ladera de un pequeño monte hecho de roca y arena. El Profeta se aseguraba, al caminar, de qué nadie estuviese cerca o de qué nadie lo viese estando en ese lugar. Necesitaba todavía de la fe de esos crédulos estúpidos. Debía estar cerca, normalmente todos los domingos o lunes a la noche él solía aparecer para saber cómo iba la situación. A la distancia pudo ver una pequeña fogata, lo que era algo bueno porque significaba que él estaba cerca del pueblo. Casi corriendo se dirigió a donde estaba esa fogata solo para encontrarla vacía cuando llego a ella. No había nadie en las cercanías
- Mierda- gruñó en voz baja el Profeta
Al parecer ya se había ido, ahora tendría que planear sus movimientos por si solo hasta la próxima semana, estaba por retirarse cuando una voz le dijo
- ¿Que acaso nunca te dijeron que es algo feo el oír a un cura insultar?- el tono de la voz era totalmente agudo y casi risueño, después una risa similar a la de una hiena se oyó en las cercanías
- Mi señor- lo saludó el Profeta colocándose de rodillas frente al fuego
- Tal parece que has venido a mí, por ayuda o consejo ¿ algún problema mi buen Profeta?- le preguntó esa voz aguda que continuaba riéndose como si fuese una maldita hiena
- Se trata de uno de los residentes de Miracle Town mi señor- le habló El Profeta a esa voz en la oscuridad- al parecer nos está desafiando
- ¿Y por un simple rebelde acudes a mi?- preguntó aquella voz nuevamente con un tono irónico a la vez que malicioso- si te elegí profeta de esos idiotas es porque creí que eras lo suficientemente listo como para saber lidiar con pequeños revoltosos
- Es que no se trata de un simple revoltoso mi señor- se defendió inmediatamente El Profeta- si fuese un idiota que no conoce su lugar entonces yo mismo me haría cargo del asunto, lo que sucede es que al parecer un sujeto llamado Ryan que ha estado aquí antes de que el pueblo se fundase está mostrando signos de coraje que nunca antes había mostrado
- ¿Cómo cuales?- preguntó aquella voz en la oscuridad con un tono de irritación
- Matar a los mensajeros que hemos enviado es un ejemplo perfecto mi señor- le contesto El Profeta- también ha dejado el cuerpo muerto de uno de mis hombres con una inscripción grabada en su piel a base de balas de calibre magnum
- ¡Repite eso!- le exigió la voz en la oscuridad con seriedad
- Que asesino a mis hombres y dejo a uno muerto en la puerta de mi iglesia con un mensaje en su cuerpo- le repitió el Profeta
- ¡Me refería a la marca de los casquillos!- le exigió nuevamente la voz
- Eran de la marca Magnum mi señor- le repitió nuevamente El Profeta
- Vaya, ¿quién lo diría?- murmuró en voz baja aquella voz luego comenzó a reír como una hiena en plena oscuridad- amigo Profeta, tienes más problemas de los que crees
- ¿A que te refieres mi señor?- preguntó el Profeta aterrado
- Veras mi buen Profeta, de este inmenso mundo que nos rodea, solo se dé una persona que puede hacer una cosa semejante y usar ese tipo de munición- luego le susurró en las cercanías usando su voz como si fuese parte del viento- tienes a un autentico ángel vengador en tu casa amigo, lo mejor será que te largues si no deseas morir
- ¡¿Deseas que me largue dejando todo este trabajo de años sin concluir y como si no fuese nada?!- exclamó con enojo el Profeta
- En efecto, eso es lo que deseo- le contestó la voz saliendo de las sombras y mostrándose como era en realidad- nuestro trabajo ya termino amigo Profeta, te aconsejo que guardes todo y te largues antes de que sea tarde
Era alto, posiblemente de un metro noventa o dos metros, de anchos pectorales. Llevaba una especie de traje negro que a la luz de la fogata se le hacía imposible de ver; pero lo que si era visible era el dibujo hecho con una especie de fluorescente que hacia remarcar dicha figura. Un esqueleto humano, con un saco negro que cubría su cuerpo haciendo resaltar más esa pictografía de un esqueleto, su rostro se veía más aterrador. Los cabellos largos negros lo cubrían un poco, su cara estaba pintada como si fuese un cráneo humano, sus ojos verdes se veían más saltones con esa pintura. Sonriendo, en plena oscuridad, El Profeta no creía estar viendo a un hombre disfrazado de esqueleto sino a un esqueleto disfrazado de un hombre. El sombrero negro de porte español que tenía en su cabeza terminaba de darle el aspecto amenazante que necesitaba.
- La misión acabó, buen trabajo todo el mundo, es hora de irnos a casa- continuó aquel esqueleto andante mientras se acercaba a la fogata con intenciones de apagarla
A pesar de que estaba aterrado, aun así El Profeta decidió enfrentarlo. Debido a que se negaba a abandonar su labor de tantos años por culpa de un idiota que quiso desafiarle.
- ¡Mi señor espere!- le rogó El Profeta- ¡yo puedo hacerle frente!, ¡no existe hombre alguno que se haya atrevido a enfrentarme y salir ileso para contarlo!
- Eso no es un hombre- gruñó aquel esqueleto andante- y si saldrá ilesa para contarlo
- ¡¿Es una mujer?!- exclamó El Profeta sorprendido
- Si así quieres llamarla- le respondió con un tono casi caricaturesco aquel esqueleto andante
- De todos modos. ¡Yo podre vencerla!- continuó defendiéndose El Profeta
- ¿Acaso sabes de quien estás hablando?- le preguntó risueño aquel esqueleto- ella es una veterana de una Guerra que se dio muchos siglos atrás, una en la que sujetos inútiles como tú no habrían sobrevivido ni siquiera la primer semana, te matará a ti y a tus hombres a la primera oportunidad que tenga, lárgate ahora y salva tu apestosa vida, siempre habrán crédulos e ingenuos; pero nunca esta oportunidad de sobrevivir que tienes
- ¡Yo la venceré!, ¡ya lo veras!, ¡dame una semana para demostrártelo!- le pidió El Profeta casi suplicándole
Aquel Esqueleto le vio con seriedad unos minutos para luego sonreír y decirle
- De acuerdo, si tu deseas una semana para demostrarme lo que vales en combate, entonces yo lo hare; pero ten en cuenta que no vendré aquí la próxima semana ni la siguiente, estas solo de aquí en mas Profeta, haz tu voluntad sobre Miracle… mientras puedas claro
- ¡Gracias mi señor Calavera!- le dijo El Profeta luego bajó su mirada de la presencia del esqueleto andante
- No tienes que dármelas- gruñó el Señor Calavera- estoy condenándote a muerte aunque no lo parezca
Después apagó la luz de la fogata dejando todo en oscuridad nuevamente a la vez que decía
- De ahora en mas tus días están contados, no digas que no te lo advertí
. . .
Volvió a su iglesia cuanto antes. El sol estaba por salir de un momento a otro. No quería que sus fieles supieran que él estuvo fuera toda la noche. Las advertencias ¿o amenazas? Del Señor Calavera aun palpitaban en su cabeza, como si fuese una jaqueca; pero no podía ni debía dejar de lado todo su trabajo. La granja de Ryan. Ese idiota nunca supo la verdadera mina de oro que tenía a su disposición, no solo vivía al lado del oasis propiamente dicho sino que en realidad vivía en las cercanías de una mina de oro abandonada. Los padres de Ryan habían ido allí con intenciones de sacar ese oro; pero luego de que el padre de Ryan muriese en un accidente en la misma mina, su esposa decidió clausurar el lugar y nunca contarle a su hijo de ese sitio para que él nunca fuese a sacar el oro que había en los montes cercanos a su propiedad. Para Ryan su familia solo eran granjeros no buscadores de oro. Sin embargo El Profeta si sabía lo que habían sido la familia Billswourd, en realidad todos, desde Nueva York hasta California, sabían lo que eran los padres de Ryan. Todos menos Ryan, quien nunca salió en realidad de su casa para descubrir la verdad de su familia. Ahora estaba tan cerca de conseguir ese oro y ¿una mujer osaba enfrentarlo, por lo que él debía huir? ¡Menuda broma la de ese idiota con cara de esqueleto! Si quería desvincularse entonces bienvenido sea; pero El Profeta gastó años de su vida, de planificación y, sobretodo, de esfuerzo manteniendo ese pueblo bajo su control ¿solo para que una metiche con armas de fuego de alto calibre junto a ese alfeñique le viniesen a fastidiar todo de un solo golpe? ¡Si iba a caer entonces que fuese en combate!, ¿ambos tenían algo que proteger? ¡Pues caerían en el intento! Nadie iba a abandonar, ¡nadie!
. . .
El sol salía por el horizonte, las llamas de la fogata ya se habían extinguido. Colt había permanecido una noche más de guardia mientras observaba a ambos dormir, su mirada era de compasión. No hubo problemas esa noche, posiblemente esas ratas habían entendido su mensaje, como fuera, ella solo iba a dormir cuando ambos estuviesen despiertos y solo por unos minutos. No podía dejarlos solos, al menos no todavía. Con las primeras luces del sol, Colt pudo relajar su mirada por un minuto para mostrar una expresión cariñosa e incluso tierna. Después vio a Ryan hacer una especie de movimiento con la mano, parecía querer tomar algo o acariciar algo. Colt se acerco a él para despertarlo, cuando su mano tomo su hombro y sintió que esta parecía estar acariciándolo; pero no de forma sugestiva sino de forma tierna, como si estuviese acariciando la cabeza de un cachorro o la de un hijo. Después Colt entendió que él aun soñaba por algún motivo y podía deducir de quien se trataba el sueño. Sonriendo tomo su mano y la devolvió a donde estaba su regazo, de todas formas podía notar que la misma mano había dejado de moverse, tal parecía que ya había cumplido una extraña función, cuando la puso en su regazo, Colt vio como una lágrima corría por la mejilla de Ryan, entonces él sonriendo dijo entre sueños:
- Aun estas aquí
Ella sonriendo le respondió en voz baja
- Si, todavía lo estoy, prometo estarlo mientras sea necesario
Después de eso les dejó dormir un poco mas mientras el sol anaranjado se volvía amarillo y ella se sentaba al lado de ambos para comenzar a descansar.