Mientras Sterling se sentaba en el borde de la cama, sus dedos acunaban un paño húmedo. Hizo una mueca al ver la sangre seca que manchaba el rostro de Faye. Con un toque delicado, comenzó a limpiar sus heridas, sintiendo la áspera textura de la sangre seca contra el trapo.
El olor del polvo antiséptico llenaba el lavabo, y se estremeció al notar la profunda herida en el lado de la cabeza de Faye. No pudo evitar sentir alivio de que su cabello ocultaría la herida. Al menos nadie vería jamás la fea cicatriz.
El Duque estaba furioso. Alguien había dañado a su hermosa mariposa. Estaba determinado a hacerles pagar por sus acciones. Primero cuidaría de su frágil esposa, y luego administraría rápidamente su castigo.
Apoie seus autores e tradutores favoritos em webnovel.com