—El Duque susurró al oído del Papa, su voz firme —Sí, eso podría ser verdad... pero tú nunca lo sabrás, porque ya estarás muerto tú mismo—ahora escucha con atención, y no me hagas repetirme.
—El rostro del Papa se tornó rojo brillante de furia al encontrarse atrapado contra la pared por el formidable tamaño del Duque —Aunque carecía de la fuerza física para combatir a este hombre masivo, el Papa confiaba en su aguda intelectualidad y en el apoyo del emperador.
—La intensa mirada de Sterling permaneció fija en el Papa, mientras su brazo musculoso reforzaba su presión sobre él —Los ojos del hombre ardían de furia, radiando chispas de enojo —La expresión antes temerosa del Papa se contorsionó en una mueca burlona, goteando sarcasmo —¿Crees que eres un espectáculo digno de verse con esta exhibición de fuerza bruta?
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