(Desde la perspectiva de Azul)
—¿Su Alteza, ya está despierta?
Al escuchar la voz familiar, lentamente abrí los ojos y encontré el rostro de Ruby flotando sobre el mío. Mi cabeza se sentía más ligera, pero mi garganta dolía un poco. Quizás fue porque grité a Demetrio anoche.
—Sus ojos están hinchados, Su Alteza —dijo Ruby—. Y hay marcas en sus muñecas... ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?
—S-Sí, estoy... Quiero tomar u-un baño... —dije.
—Sí, Su Alteza. ¿Puede caminar? —preguntó y me ayudó a ponerme una bata.
—Mmm...
—No es necesario. Salga —dijo, mirando a Ruby—. Yo la llevaré.
—Dem...
Tocó el lado de mi cara y frotó su pulgar sobre mi ojo izquierdo. —¿Lloraste en tu sueño?
—Yo... no lo s-sé...
Suspiró y me levantó en estilo de novia de la cama. No protesté. Aunque me resistía a creerle, aún ansiaba su calor. Quizás me había vuelto loca.
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