El carruaje se detuvo frente a un lujoso edificio en medio de la ciudad.
Rosina tomó una caja debajo del sofá que revelaba dos juegos de capas oscuras y le entregó una a Felissa, quien estaba aún más confundida.
—¿Para qué es esto? —preguntó Felissa mientras se ponía la capa sobre su cuerpo.
—Para cubrir nuestra identidad, confía en mí —declaró Rosina antes de salir del carruaje y esperar a Felissa fuera.
Felissa siguió a Rosina mientras entraban al edificio, el cual tenía varios clientes fuera, esperando a que se abrieran las puertas.
—¡Eh! ¡Todavía no está abierto! —gritó un guardia cuando Rosina intentó abrir la puerta.
Sin decir una palabra, Rosina sacó algo de su bolsillo y se lo mostró a la sirvienta, quien inmediatamente bajó la cabeza y abrió la puerta sin dudarlo. Los otros clientes que esperaban reaccionaron negativamente, pero a Rosina no le importó.
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