Rosina podía oír el sonido de la batalla que se estaba librando. Se agachó detrás de un árbol para observar lo que estaba sucediendo.
—Ah, ¿llegué demasiado tarde? —susurró Rosina y miró a su alrededor. Se dio cuenta de que la batalla no había empezado hace mucho debido al número de cadáveres cercanos.
—¡Me aseguraré de que sean victoriosos! —declaró Rosina y olfateó a su alrededor. Había estado en la manada número 11 años atrás, cuando jodía como un conejo hambriento.
Rosina se levantó y se dirigió hacia la casa de la manada. Mantuvo su identidad oculta ya que parecía una Theta por su atuendo.
Los miembros de la manada tampoco esperaban que ella estuviera allí, lo que disminuyó las sospechas.
Cuando Rosina se acercaba a la casa de la manada, vio a un hombre corriendo desde la puerta trasera.
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