—Hmm —tarareó Lucía mientras se lamía los labios. Recordó cómo sabía y el calor que le proporcionaba a su garganta. Sin embargo, el tamaño de Gastone era demasiado grande para su esbelto cuerpo, lo que le causaba dolor en la garganta y la mandíbula.
—Deberías tomar un medicamento después de comer —dijo Gastone mientras ponía los platos en la mesa. Notó el ligero gesto de dolor con el que Lucía reaccionaba cada vez que intentaba hablar.
—O-okay —asintió Lucía incómodamente. Bajó la cabeza mientras Gastone le ponía un pan con huevo, tocino y queso en su plato.
—Eso está bien. Comamos antes de que te lleve a casa —dijo, tomando su té.
Lucía se quedó helada. Su sonrisa lentamente se transformó en una línea delgada mientras era lanzada de vuelta al mundo real, donde sus problemas la esperaban.
—Sí, tienes razón —respondió Lucía incómodamente. Puso una sonrisa fingida, pero Gastone podía ver a través de ella.
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