Rosina salió de la casa de Eula con una sonrisa amplia. Le hizo señas a Tonia y Eula, que estaban paradas a unos metros, esperando que ellas salieran.
—Rosa —murmuró Tonia y miró hacia atrás para ver a Violetta. Estaba preocupada por qué tipo de desafío habían hecho y si Rosina estaba herida.
—Gracias por esperar —dijo amablemente Rosina y se enfrentó a Eula—. La Señorita Violetta podría salir más tarde. ¿Podrían esperar unos minutos más por ella?
—Sí, Señorita —respondió Eula con una reverencia.
—¿Cómo estás, Rosa? ¿Estás bien? ¿Ella te hizo algo? —preguntó Tonia con preocupación en su voz.
—Sí, lo estoy —respondió Rosina y tomó las manos de Tonia, presionándolas ligeramente—. Gané.
La preocupación de Tonia desapareció y fue reemplazada por alegría. —¡Vah! ¡Estaba tan preocupada! —abrazó a Rosina con lágrimas en los ojos hasta que se dio cuenta de lo que había hecho.
Tonia dio un paso atrás e hizo una reverencia a Rosina. —Pido disculpas por mi comportamiento.
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