Mientras Felissa empacaba sus maletas, escuchó que tocaban en la puerta y Vicenzo entró.
—Felissa —Vicenzo sonrió mientras observaba a su pareja empacar sus maletas.
—Ah, Vicenzo —Felissa dejó de trabajar y lo miró. Notó que la puerta estaba parcialmente cerrada—. ¿Hay algo mal? —preguntó.
—Quiero que conozcas a alguien —respondió Vicenzo y se hizo a un lado para dar paso. Fue entonces cuando una mujer entró en la habitación con una sonrisa amable.
Los ojos de Felissa se abrieron de par en par y su boca se abrió para decir algo, pero se detuvo apresuradamente.
—Esta es mi madre, Gemma —presentó Vicenzo mientras Gemma inclinaba la cabeza.
La habitación estaba en silencio.
Gemma miró a su hijo antes de dirigir la mirada hacia Felissa, quien estaba en estado de shock.
—Señorita Felissa, ¡es un placer conocerte por fin! —dijo alegremente Gemma. Juntó sus manos y se acercó a Felissa.
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