—Señor —llamó Vinicio y se acercó a él.
—Señor Vinicio —murmuró Vicenzo y lo miró fijamente. La tensión aumentó entre ellos al quedarse solos en una habitación. No dijeron una palabra después del saludo y se sentaron en extremos opuestos.
La cama de Felissa estaba en medio, su herida ya había sido tratada y ya no estaba en estado crítico. Aunque todavía estaba inconsciente, podía oír lo que sucedía a su alrededor.
«Ugh, ¿por qué está él aquí?», se quejó Felissa en su mente, odiando que Vicenzo estuviera a su lado. Quería estar sola y descansar bien, pero no podía cuando podía oler su aroma.
—La señorita Felissa debe haber sufrido mucho a manos de un caballero. La herida que recibió fue precisa y golpeó su punto vital para matarla —comentó Vinicio para iniciar una conversación entre ellos.
Vicenzo apretó los dientes. Miró a Vinicio con furia ardiendo en sus ojos. —¿Qué intentas insinuar? —dijo.
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