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—¡Mi Dama! ¡Estoy aquí! —Idola gritó y abrió la puerta de un golpe con un Theta detrás de ella. Miró frenéticamente a Felissa y la vio en la cama con Vicenzo de pie al lado.
—¡Señor Vicenzo! ¡Está aquí! —exclamó.
—Sí —respondió Vicenzo y dio un paso atrás para que el Theta examinara a Felissa, quien estaba actualmente cubierta con una manta para ocultar su rostro acalorado.
—¿Qué le pasó a su ropa, señor Vicenzo? —preguntó Idola inocentemente y señaló la camisa de Vicenzo que estaba rasgada por Felissa.
—Se rompió cuando ayudé a la señorita Felissa a subir a la cama. No te fijes en mí aquí —declaró Vicenzo antes de caminar hacia la puerta—. Informaré a Su Majestad sobre lo sucedido. Vuelvo enseguida —agregó antes de salir.
Vicenzo sabía que Felissa no quería verlo por un tiempo después de lo sucedido, pero debido a eso, finalmente obtuvo su respuesta. Fue directo a la oficina de Rosina, pero ella no estaba dentro.
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