Rosina estaba revisando todos los papeles para encontrar al candidato de su agrado, pero solo consiguió un dolor de cabeza. Se recostó en el sofá y estiró su cuerpo.
—¿Quieres ayuda? —se escuchó la voz de Draco detrás de Rosina. Se inclinó más cerca y miró el papel que ella sostenía por encima de su hombro.
Rosina se estremeció y miró a Draco, que estaba a una pulgada más cerca de ella. No se sentía tan nerviosa con respecto a Draco, pero ahora, su corazón latía más rápido de lo usual.
Draco fue a otro asiento frente a Rosina. La miró desde la cara hasta el cuerpo. —Te ves bien hoy.
Rosina suspiró y dejó los papeles sobre la mesa, enfocando su atención en Draco. —Puedes preguntarme cualquier cosa.
—Hmm —Draco murmuró y cruzó las piernas. La sonrisa alegre en sus labios desapareció. —¿Qué te estaba pasando?
—¿A qué te refieres? —preguntó Rosina e inclinó su cabeza confundida, ya que quería que Draco le hiciera una pregunta específica.
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