En los siguientes dos días, Felicia había compilado todo lo que necesitaba, lo cual era básicamente fuera de lo común. Escondió sus herramientas bajo el montón de ropa que consistía en diferentes diseños.
En ese lapso de tiempo, Felicia nunca se encontró con Vicenzo después de lo que había pasado en la bibilioteca. No le importaba ya que podía concentrarse en su objetivo.
—Desearía que una semana fuera suficiente —Felicia murmuró mientras miraba sus maletas empacadas.
Un golpe en la puerta capturó su atención.
—Felissa —Rosina entró en la habitación con una pequeña sonrisa.
—Su Majestad —Felicia declaró e inclinó su cabeza en respeto a la corona.
—He encontrado un lugar seguro para ti —informó Rosina suavemente. Ella miró la vestimenta de Felicia y suspiró profundamente; ella llevaba ropa de hombre que le quedaba demasiado grande.
—Gracias, Su Majestad —Felicia respondió tímidamente. Sus ojos se centraron en el colgante en el cuello de Rosina.
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