Gastone agarró el culo de Lucía y lo apretó, sintiendo lo suave que era. Su otra mano se deslizó hasta su delgada cintura, subiendo para acariciar su pecho.
—Me estás volviendo loco —susurró Gastone y lamió los labios de Lucía. Quería follársela tan desesperadamente, reclamar su cuerpo, pero temía el rechazo.
—Bien, parece que mis métodos funcionan —respondió Lucía con una risita.
Gastone capturó los labios de Lucía otra vez y compartieron un beso apasionado pero brusco. Fue un gran momento hasta que sintió que ella tocaba su polla.
—No —espetó Gastone y apartó a Lucía ligeramente. Miró hacia abajo a su polla y le quitó la mano.
—¿Qué pasa? —preguntó Lucía confundida. Ella pensaba que Gastone quería que tuvieran sexo y se sorprendió por su acto repentino.
—Ugh, esto está mal —negó Gastone con la cabeza y se levantó, pero Lucía aún se aferraba a él como un koala.
—¡Kyah! ¿Hice algo malo? Si es así, lo siento —chilló Lucía en pánico. No quería joderlo todo.
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