Draco observaba cómo sus hombres combatían a los lobos de la manada número 11. Era lobos contra lobos guerreros empuñando una espada de plata. Sintió que ya había visto ese mismo escenario antes.
—Es hora de que yo también me estire —Draco giró su cabeza hacia el lado. Hace una semana, Bertrando le había incentivado a usar su lobo en batalla, ya que eso sería una ventaja en el futuro, pero sabía que Rosina quería que aprendiera a transformarse cómodamente.
Draco colocó su cuerpo en cuatro patas mientras respiraba con dificultad. Aunque tenía experiencia en transformarse. No era un profesional en ello, pero estaba seguro de poder soportar el dolor del proceso.
—¡Ah! ¡Allá vamos! —Draco gritó antes de que sus huesos y músculos se moldearan en una nueva forma. No tardó mucho en alzarse imponente entre los demás lobos a su alrededor.
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