Lucía se acomodó en una silla elegante dentro del restaurante. Estaba muerta de cansancio pero trataba de mostrarse emocionada por su cena.
—¿Qué te gustaría tomar? —preguntó Daniel con una sonrisa. Ojeó el menú, pero no era de su agrado.
—Mmm, solo tomaré algo sencillo. Quizás una Carbonara con un par de palitos de pan al lado y un vaso de jugo de naranja —respondió Lucía y puso el menú sobre la mesa. Miró a su alrededor y admiró los candelabros colgando del techo.
—De acuerdo, yo tomaré un bistec y vino —dijo Daniel después de elegir.
El mesero se acercó a ellos después de unos minutos y Daniel repitió los pedidos sin dejar hablar a Lucía.
—Entonces, ¿cómo estás? —preguntó Daniel mientras esperaban su comida.
—Estoy bien, ¿y tú? —preguntó Lucía como seguimiento.
—También estoy bien. Un poco ocupado, pero puedo manejarlo —respondió Daniel con una risita.
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