Mari aceptó el placer que Rosina le daba en su pecho mientras Draco le masajeaba el clítoris. Ambas áreas le daban un placer que no había experimentado antes.
Después de todo, Mari era virgen.
Rosina notó la reacción inocente que Mari había estado mostrando durante un rato, y le gustó. En cuanto a Draco, a él le importaba una mierda si ella era virgen o no.
—¡Esto es increíble! —exclamó Mari, gimiendo fuerte cada vez que Rosina pellizcaba sus pezones.
—Por supuesto —respondió Rosina y se acercó más—. Después de todo, vas a follar.
—¿Qué? —dijo Mari con confusión en sus ojos—. Tardó un rato en entender lo que Rosina quería decir. Sus ojos se abrieron como platos, y trató de escapar, pero Draco sostuvo su cintura con fuerza, impidiéndole irse.
—¿No sabías lo que era? —preguntó Rosina con una risa divertida.
—¡Solo quiero tener sexo con mi pareja! —gritó Mari avergonzada.
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