Aries no planeaba ver a Curtis por un tiempo ya que estaría ocupada y no quería que él se viera envuelto en sus negocios turbios. Pero después de su reunión con Abel, se encontró parada frente a la habitación de Curtis durante mucho tiempo antes de entrar.
Por suerte Curtis no estaba dormido aún mientras yacía de costado. Aries se sentó en el sillón cerca de la cama, intercambiando miradas con él en silencio.
—Curtis, ¿recuerdas la vez que dijiste que te habías enamorado? —rompió el silencio después de un rato—. ¿Cómo es? Digo, el amor… ¿cómo es?
Como era de esperarse, Curtis solo la miraba sin decir una palabra. Sus labios se curvaron amargamente, soltando un profundo suspiro mientras bajaba la mirada.
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