Después de mi encuentro con Vincent, volví al complejo de la manada con mis pensamientos arremolinándose como una tormenta. El paseo por el bosque había ofrecido algo de consuelo, pero la tensión en mi pecho no se había disipado del todo. Ver a Vincent vivo y bien había sido un alivio, pero el sueño de Aimee aún me atormentaba. Sus temores no eran algo que pudiera descartar fácilmente, especialmente dada todo lo que estaba sucediendo con Emily.
Emily siempre había sido una carta salvaje, impredecible y ferozmente independiente. Pero últimamente, su comportamiento se había vuelto errático, más oscuro e intenso. Era como si algo la estuviera consumiendo, y no era solo su habitual terquedad. La conocía lo suficientemente bien como para reconocer que lo que estaba sucediendo estaba fuera de su control. Pero lo que me preocupaba aún más era que no podía proteger a Aimee del peligro que Emily pudiera representar.
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