Su mundo se sentía como si colapsara sobre sí mismo mientras las palabras de Lauren resonaban en su mente:
—Tú eras mi prometido, Steffan.
El peso de esas palabras se presionaba sobre él, apretando alrededor de su pecho hasta que apenas podía respirar.
La miró en shock, la mujer a la que se había sentido atraído pero no podía comprender del todo, la mujer que parecía saber tanto sobre él pero se retenía en cada momento.
Y ahora, esta revelación, esta verdad que había estado desesperado por descubrir, era más de lo que podría haber imaginado.
El coche se sentía más pequeño y cargado de emoción.
Abrió la boca para hablar, pero no salió nada. ¿Cómo podría responder a algo así? Estaban comprometidos. Comprometidos.
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