Su mirada alternaba entre él y la mujer que colgaba de su brazo, evaluando la situación con distante frialdad. —George —respondió ella con un asentimiento, ignorando deliberadamente el atisbo de desafío en su sonrisa.
Al ver la respuesta casual de Lauren a George, Steffan se reclinó en su silla con una expresión serena.
A diferencia de la tensa energía que usualmente emanaba de él siempre que lo veía, George notó que, esta noche, había algo diferente en la manera en que Steffan se comportaba.
Vio cómo Steffan encontraba su mirada con una pequeña sonrisa llena de confianza.
—Doctor Rosse —reconoció George con un leve movimiento de cabeza, su tono respetuoso pero con un toque de ironía.
—Sr. Wellington —respondió Steffan suavemente, inclinando ligeramente su cabeza como si lo evaluara. —Ha pasado tiempo.
—En efecto —George respondió, sus ojos se desviaban hacia Lauren y luego de vuelta a Steffan—. Pareces estar disfrutando de la velada.
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