El príncipe Harold se encontraba con el corazón afligido fuera de la cámara de Alicia mientras que el médico atendía a Alicia, cuya frágil figura yacía sobre la cama. El aire exterior estaba cargado de tensión, y el príncipe podía sentir el peso de sus preocupaciones aplastándolo. Alvin, como de costumbre, estaba a su lado. Pero no eran solo ellos afuera. Paulina también estaba allí y Lance, quien había querido informarse sobre la situación pero encontró esta tensa atmósfera y esperó con ellos.
Paulina estaba en lágrimas, sus manos temblorosas unidas en una ferviente oración por la recuperación de su señora. Lance, de pie a su lado, tenía el rostro grabado con preocupación por Alicia y también por Harold.
Todo lo que había experimentado en este corto tiempo le había pasado factura.
Deseaba que todo fuera una mala pesadilla y esperaba despertar y encontrarse de vuelta en esa desagradable posada con repugnantes comidas lanzadas hacia él.
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