Casey había asumido que después de cenar, tomarían caminos separados y regresarían a sus respectivos hoteles. Sin embargo, para su sorpresa, Rex sugirió algo diferente.
Su propuesta de alojarse en una villa, que ya había reservado para dos noches, llenó a Casey de emoción y timidez. La idea de pasar más tiempo juntos en un lugar privado hacía que su corazón latiera con fuerza.
Casey seguía en la gloria. No podía contener su alegría. El hombre al que amaba había tomado la iniciativa para mejorar su relación. Era un sueño hecho realidad.
El trayecto en coche hasta la villa cerca del restaurante estuvo lleno de un silencio incómodo.
Casey solo pudo sonreír en secreto, su mente llena de pensamientos salvajes sobre lo que harían una vez llegaran a la villa. No solo Casey sentía emoción, sino que Rex también la sentía.
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