—Uf, cuñada, estoy lleno. Ya no puedo tomar más té. ¿Podemos continuar nuestra hora del té mañana o pasado mañana? —Teodor dijo con una sonrisa, aún intentando evitar el tema.
Escarlata, —...
—¿Por qué la prisa, hermano? —Escarlata rió entre dientes—. Continuemos nuestra conversación... —dijo juguetonamente.
Teodor puso los ojos en blanco con resignación. —Está bien, ¿qué quieres saber? —murmuró, sintiéndose derrotado. Parecía que ya no podía evitar su confrontación.
Escarlata no se apresuró a responder; en cambio, tomó un sorbo deliberado de su té, saboreando el momento. Después de colocar delicadamente la taza nuevamente en la mesa, se inclinó hacia adelante, juntando las manos y fijando su mirada en Teodor.
Una leve sonrisa se dibujó en sus labios mientras hablaba, —De acuerdo, —comenzó, su voz teñida de curiosidad—. ...comencemos con esto; ¿quién te informó sobre mi embarazo? —Su penetrante mirada se fijó en él.
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