Estaban rodeados de niebla. Ji Ning y el oso amarillo gigante estaban sobre la niebla, y el espacio y el tiempo que se contorsionaban previamente se habían calmado.
—¡Eso de allí…!
Ning miró hacia el frente. A lo lejos, en los rincones distantes de esa niebla gris ilimitada, había un edificio imponente que brillaba con una luz dorada bastante llamativa. Era como un altar. Desde la distancia se podía ver que tenía varias capas de escaleras que conducían hacia la parte superior del edificio.
—¿Por qué te quedas allí parado como un idiota?
El oso gigante amarillo agarró a Ning por el codo, luego caminó hacia adelante y viajaron varios kilómetros con cada paso. El edificio distante e imponente se hizo cada vez más visible y su luz dorada era cada vez más deslumbrante. Al mismo tiempo, la majestuosidad que emanaba hizo que el corazón de Ning comenzara a temblar.
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