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O LVII: Exploradores

Las aventuras de Vera e Ymac como exploradores no se hicieron a esperar. Tan pronto recorrieron algunos kilómetros, fueron atacados por dos tigres. En raras ocasiones existen eventos en las que dos tigres forman un grupo para cazar juntos, pero este raro evento fue visto y presenciado por Ymac.

Ymac tenía los ánimos muy bajos cuando se enfrentó a estos dos tigres, porque sentía que tenía un mal karma. Sin embargo, no se distrajo más y estuvo muy atenta a la amenaza. Los tigres se coordinaron mientras uno intimidaba y rugía, el otro trataba de acercarse lo suficiente para abalanzarse a sus presas, pero fueron detenidos por el frío filo de la hoja de una lanza que empuñaba Vera.

—¡Atrás! —gritaba Vera.

A pesar de la conexión que sentía con los dioses y a las bendiciones que esto le traía a Ymac, ella aún era incapaz de hacer frente a este tipo de amenaza desarmada. Su única alternativa era conjurar a los dioses con la ayuda de su báculo y esperar que sea suficiente para que Vera gane una ventaja.

Silenciosamente, sacó su báculo y comenzó a conjurar en susurros para no alertar a los tigres.

Vera fue muy inteligente con su lanza y escudo, ocasionalmente los chocaba entre sí para desorientar a los tigres. Esto en conjunto con el conjuro de Ymac dio el tiempo suficiente para que Vera arrojara su lanza hacia uno de los tigres y con su escudo golpeara fuertemente la cabeza del otro, provocando que tuviera que rodar y dejándolo desorientado. Al aprovechar la incapacidad de los dos tigres, Vera e Ymac corrieron a toda prisa para perder su rastro entre la jungla.

Por suerte, los dos tigres no pudieron alcanzarlas y escaparon a salvo.

—La naturaleza es muy peligrosa —dijo Ymac, exhausta.

En este descanso glorioso, luego de saber que escaparon con vida de dos peligrosas bestias, se tomaron el tiempo para comer, después de todo ya era medio día.

Los alimentos para los exploradores suelen ser escasos, aún más si se considera la tragedia de la tribu, pero Ymac y Vera son expertas en conseguir comida en la naturaleza. No era la primera vez que habían tenido que realizar tales viajes y ya estaban acostumbradas a racionalizar sus suministros.

Después de comer, Vera se dio cuenta de que estaba herida, al parecer uno de los tigres había conseguido rozarle el brazo, pero como estaba en el fulgor de la batalla no se dio cuenta, pero ahora que ya estaba más calmada, el dolor se intensificó.

Ymac se rio mucho de la situación, burlándose de Vera por haberse dejado golpear, pero la vendó con hierbas medicinales para que la herida no se infecte.

Las dos siguieron explorando en busca de alguna explanada o un río que sea utilizable para asentar la tribu, pero no encontraron nada, por lo que decidieron adentrarse aún más en las profundidades de la jungla.