Valerio, que obviamente escuchó el grito de Everly antes de que el teléfono se rompiera, parpadeó furiosamente, muy seguro de que alguien debió haberle hecho algo.
Había escuchado otra voz masculina, pero por alguna razón, no puede parecer recordar dónde había escuchado esa voz antes.
Era familiar, pero cuanto más intenta recordarla, más imposible le resulta hacerlo.
—Hmm... —comenzó a reflexionar pero giró la cabeza cuando alguien llamó a la puerta.
—Pasa. —dio su permiso.
Alex, que estaba en la puerta, la empujó y entró.
Se inclinó ligeramente y se enderezó con las manos colocadas detrás de su espalda.
—¿Hay algún problema? —preguntó Valerio.
—No, amo. Pero, alguien ha venido a verlo. —informó Alex.
Una expresión de curiosidad se extendió inmediatamente por el rostro de Valerio, inseguro de quién vendría a buscarlo en su mansión.
Se bajó de la cama y deslizó sus pies en sus zapatillas que estaban siempre al lado de su cama.
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