``` La historia de un hombre que trae la muerte y una chica que la niega. ---- En la montaña embrujada del reino, dicen que vivía una bruja. Ella nació princesa. Pero incluso antes de su nacimiento, el sacerdote la declaró maldita y exigió su muerte. Envenenaron a la madre para matar al bebé antes de que diese a luz, pero el bebé nació de la madre muerta —una niña maldita. Una y otra vez, intentaron matar al bebé pero ella milagrosamente sobrevivió cada intento. Dándose por vencidos, la abandonaron en la montaña embrujada para que muriera pero ella aún sobrevivió en esa tierra estéril —una bruja. —¿Por qué no muere? Años más tarde, la gente finalmente se hartó de la bruja y decidió quemar la montaña. Pero el Diablo llegó en su rescate y la llevó consigo de aquel lugar en llamas, porque morir no era su destino ni siquiera entonces. Draven Amaris. El Dragón Negro, que gobernaba sobre los seres sobrenaturales, el Diablo con quien nadie deseaba cruzarse en su camino. Odiaba a los humanos pero esta determinada chica humana lo atraía hacia ella cada vez que estaba en peligro. —¿Es realmente humana? Él se llevó a la humana con él y nombró a esta misteriosamente tenaz chica “Ember”, un pedazo de carbón ardiente en un fuego moribundo. Un alma manchada de venganza y la oscuridad del infierno, se levantaría de las cenizas y cumpliría su revancha. ------ Este es el segundo libro de la serie de Los Diablos y Las Brujas. El primer libro es - La hija de la bruja y el hijo del diablo. Ambos libros están conectados entre sí, pero puedes leerlos de manera independiente. ```
Ember, quien había perdido el conocimiento durante horas, finalmente despertó. Se sintió sorprendida al encontrarse en la cama, siendo su último recuerdo en la bañera.
—¿Señorita, ya despertó? —escuchó la alegre voz de Reya, quien se había dado cuenta de que Ember se había movido bajo las sábanas.
Ember parpadeó confundida hacia sus dos sirvientes que vinieron a revisarla inmediatamente.
—Señorita, ¿se siente bien ahora? —preguntó Clio mientras ayudaba a Ember a sentarse, el otro elfo moviéndose para darle un vaso de agua para que bebiera.
—¿No estaba tomando un baño? —preguntó Ember con voz baja después de devolver el vaso vacío a sus sirvientes.
—¿No recuerda, señorita? Se desmayó de repente en la bañera.
—Estuvimos muy preocupados todo el tiempo que estuvo inconsciente.
Al escuchar sus voces preocupadas, Ember intentó recordar lo que había pasado, haciendo que su cuerpo temblara.
Dolor. Estaba en tanto dolor.
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