Ellie
Nunca había pasado tanto frío en toda su vida. Mientras Ellie estaba tumbada en la orilla del río, tratando de reunir las fuerzas suficientes para moverse, empezó a perder la sensibilidad en los dedos de los pies y de las manos porque se le estaban entumeciendo a causa del agua fría.
Cuando escuchó la voz de Patricia, Ellie supo que estaría bien. Todavía tenía mucho dolor, pero el hecho de que estuviera lo suficientemente cerca del pueblo de River como para que su madre pudiera encontrarla significaba que estaba cerca de una curandera que podría ayudarla.
Se había dejado llevar a un lugar en el que ya no podía sentir el dolor de todos los arañazos, desgarros y cortes de su cuerpo y el dolor de la espalda que se irradiaba hasta el cuello y el coxis.
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