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28: LA CUEVA

2.30 AM SÁBADO

" ¡Sssssss! " 

Katu se movía sobre los árboles a metros de distancia. Levantando la tierra y atacando a Kaia con árboles y rocas, mientras las piernas de la adolescente se movían con ligereza. Alejándose en el momento de cada obstáculo.

Ella podía sentir el aire golpear su rostro, era como todas los campeonatos de atletismo, como cada vez que corría para calmarse, en ese lugar que conocía a la perfección. Su respiración era suave, respirando tal como su entrenador le enseñó.

Sin embargo, al ver un brillo morado cerca a ella, se detuvo. Era como las veces que Katu trató de llevarla. Era el terreno de la bruja, rodeándola.

Apurada siguió corriendo, volteó a la derecha tocando cada árbol para poder girar con fuerza. Corría, sintiéndose como el ratón en un laberinto. 

" ¡Sssssss! " 

Escucho, tan cerca como lejos. La confundió y lastimó sus oídos, regresando con sus cascos en la cabeza mientras se ocultaba detrás de un árbol.

— Ven aquí, pequeña — escucho de katu, detrás de ella — ¿Quieres que tu último deseo sea ver a tu mami y abuelita?

— ¡Illapa! — Fue un grito doloroso.

La gran serpiente apareció, abriendo la tierra en pedazos y trayendo rayos a un círculo diminuto en el medio del cerro. Era más grande y más fuerte, arrasando con los árboles de alrededor sin preocuparse de Kaia, agarrada del árbol, con wara en su cintura, como un cinturón.

Los dientes de illapa se acercaron sin miedo a morder a su madre que lo golpeó con misiles de rocas. Liberándose de esos dientes, bajo la mirada a sus piernas ensangrentadas. Acudiendo a una desgarradora mirada a su hijo.

— Kajya — susurró la anciana.

En segundos, truenos resonaron en el cielo, aturdiendo a Illapa y golpeando en los oídos de Kaia escondida. Apaciguando sus sentidos mientras golpeaba el tronco del árbol

— Vamos mamá, concéntrate — dijo waira — estas en tu elemento.

De pronto hubo un corto silencio. La serpiente sacó su cabeza, viendo a la chica perdida en el tronco, como si estuviera hipnotizada.

— Es tan … cálido — susurro ella. 

— ¿El árbol? ¿Puedes sentir su calor? — preguntó el animal.

Kaia asintió.

— Tu cuerpo evoluciona — respondió waira — que bien, tienes mayor posibilidad de vivir.

Kaia ahogó su miedo, asintiendo varias veces encerrada en su propio mundo con una respiración profunda y sus manos en una rara sensación suave. El árbol se sentía como una almohada, liviano como si pudiera levantarlo. Y así fue, la tierra se abrió, sus raíces incrustadas se alzaron con el tronco mientras las hojas caían. En segundos, tenía un gran árbol levitando sobre su cuerpo.

— Lánzalo — siseo waira.

Fue una orden directa, una que acato Kaia sin dudar. Atacando a las espaldas de Katu. No fue un impacto fuerte, pero fue lo suficiente para hacer caer a la anciana.

A punto de correr, volvió a detenerse, viendo a Nathaniel en su estado de monstruo junto al monstruo de la enfermera.

— Buen gancho —bromeo Nathaniel. Volteando al monstruo sin dientes— ella es la niña que pidió ayuda, hay que protegerla de esa anciana. Quiere matarla, como lo hizo el padre Matias.

Era una escena irreal, le dolía usar a alguien, pero era su única forma de ganar. Kaia quería hablar, pero ni siquiera pudo abrir su boca cuando el monstruo dio un salto hacia la anciana.

Escuchando el impacto a lo lejos. Nathaniel actuó rápido, tomando a la chica en su espalda y saltando lejos. Aunque, Kaia volteo a katu, en una pelea contra ese monstruo que abría su boca en estallidos. Pero, de pronto las garras de la bruja atravesaron la cabeza gigante del monstruo. Convirtiéndolo en una plasma roja que desapareció en un portal morado.

Mantuvo su vista firme hacia ese lugar, gran parte del cerro ahora era su terreno y podía ver claramente a Katu moverse, tan rápida que ni siquiera necesito sus ojos para sentir su movimiento.

— Waira, illapa — llamó ella — ¿Cómo obtengo las garras de katu?

— No puedes — dijo automáticamente illapa — aún eres sólo un humano y mamá Katu, es una leyenda.

— Necesito esas garras.

Mientras tanto, en la cueva de Katu. Daniel, se encontraba inmerso en los periódicos viejos, leyendo cada título y sorprendiendo cada vez más con los titulos.

"La hermosa doncella amante del canciller"

"La brillante tapada de Lima"

"El fantasma de la capital: Una bruja en la plaza"

Hubo un largo suspiro, inhalo varias veces antes de levantar y caminar al dibujo en la pared.

— Oye, Watson — dijo hacia la serpiente colgada en su cuerpo — katu dijo que los monstruos no son cosa de ella, pero también puede cerrar los portales. Siento que me ocultas algo.

— Niño — detuvo la serpiente al sisear — créeme no entiendo como los humanos se convirtieron en monstruos. Hasta me parece raro que Kaia y tú, aún sean humanos.

Intentaba calmar al niño, aunque sentía su pulso a la perfección desde el cuello. Daniel manejaba el terror como podía, tal vez estaba en un estado automático donde lo único que podía pensar era en la verdad de Katu.

Por eso no podía separarse de él, no iba a dejarlo solo.

— Sigamos buscando, Sherlock. 

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Un movimiento tan rápido resonó, las garras de katu pasaron por un árbol que en segundos se cortó y levito.

— Kasa — dijo ella.

Una serpiente se deslizó por su cuerpo. De color blanco y sin un ojo, siseo ante el tronco que se congelo.

— Chijchi — agregó.

De pronto, una segunda serpiente salió de su ropa. Más delgada que la otra, con dos ojos negros y cabeza cuadrada. Su presencia hizo mover las nubes grises, atrayendo la oscuridad profunda.

 

" ¡Sssssss! " 

En poco tiempo, troncos de árboles congelados volaron por los cielos en dirección a Kaia. Al principio no los vio, había levantado la cabeza por la oscuridad de la madrugada y cambiado cuando un zumbido en su oreja la alarmó.

— ¡CUIDADO! — Ella tomó la bufanda en el cuello del chico e hizo que todo su cuerpo cayera al suelo.

El suelo explotó junto a su caída. Nathaniel corría por el bosque conforme a los gritos de Kaia. Sin embargo, un gran granizo aterrizó encima de ellos. Nathaniel apenas pudo saltar, abrazando a la chica entre sus brasas antes de rodar por el suelo.

Rugidos resonaron en el bosque, Kaia apenas podía ver. Pero, cuando un último grito la aturdió y un impacto la golpeó en el pecho del chico, sintió los brazos que la encerraban, relajarse.

Ella se levantó. Vio las brasas que envolvían a Nathaniel desaparecer, la ropa del chico estaba ensangrentada, con pequeñas ramas ensuciando su cuerpo.

— Nath, Nath — susurro ella al alejarse y revisar su cuerpo. Terminando por ver su pierna completamente ensangrentada y robando su aliento en el proceso.

Encogido en sí mismo, con algunas lágrimas de dolor y una tortuosa expresión en su rostro, Nathaniel levantó con mucho esfuerzo su mano, tomó el brazo de Kaia. Fue entonces que ella pudo volver a respirar, sus hombros se tensaron en la tristeza, atrapada en la sangre que brotaba de él.

— Nathaniel — suspiró ella. Sus lágrimas limpiarón la suciedad de sus mejillas.

Nathaniel se estremeció, cambiando su dolor por un odio al ver hacia Katu llegar.

— No hay peor mal que ver lo que más amas destruirse y no ayudar.

La voz se escuchó como un eco. Katu se acercaba frente a ellos, sus garras rasguñaba la tierra y los trozos de madera que desordenaban el lugar. Su mirada era brillosa y su piel longeva se quebraba entre grietas.

Kaia se puso a la defensiva, protegiendo al chico que hizo presión en sus brazos.

— Me recuperaré, corre — susurro.

Le costó asimilarlo a la chica de ojos grises. Dejó de ver al chico y luego a la bruja que dio un paso más. Alzando sus garras frente al miedo de Kaia, a punto de atacar.

— ¡CORRE! — grito Nathaniel.

— ¡Illapa! ¡Waira! — gritó ella.

De pronto, las dos serpientes tomaron las piernas de Katu y varias más, sujetaron su cuerpo. Envolviendo a la bruja en una masa de serpientes y gusanos.

— ¡Vamos, corre! —Kaia jalo a Nathaniel. Lo arrastró por el bosque, siendo vistos por Katu encerrada en miles de serpientes que la apretaban y otras cuantas mordían con su veneno. 

— ¿Qué haces? —El adolescente estaba sujetado por los brazos de Kaia.

Ella se mantuvo a raya, viendo al frente mientras el sudor y el miedo la bañaban.

— Suéltame — ordenó, pero no pudo moverse.

— Nathaniel, no te dejaré atrás. Eres de mi familia ahora.

La determinación dibujada en sus ojos golpeó en el interior del chico. Sus ojos grises se pintaron morados por unos segundos, vislumbrando en él antes de sonrojarse y sonreír.

— Mierda, ¿Solo familia? —su tono meloso pero quebradizo.

Se sintió confundida, pero no se enojó. Era más una sensación de pena y gratificación.

Probablemente.

— Solo corre — ordenó ella.

— Esa es tu especialidad, no la mía 

Su murmuró hizo abrir los ojos de la chica. Su cara se contorsiono y se encogió de dolor, bufo divertida y volteo a él. Ahora Nathaniel estaba confundido.

— Tienes razón. Lo único que he hecho es correr. Tengo una idea.