webnovel

Impostorr

En nuestro diario vivir, todos experimentamos altas y bajas; algunas situaciones ventajosas y otras contraproducentes. Quizá pensemos que el mundo está en contra nuestra, pero la realidad del asunto es que siempre hay alguien a quien le va peor que a uno; y mientras hay personas que buscan sobresalir sin importar la dificultad, otros sucumben ante la dificultad y la desesperación. Fabián ha vivido una vida difícil y complicada, ha tomado malas decisiones y se encuentra pagando el precio de las mismas. Debido a la dificultad que la vida le ha presentado, Fabián vive su vida sintiéndose solo y sin esperanzas de alguna mejoría, pero todo esto está a punto de cambiar al cruzarse en la vida de Araceli. Araceli también ha vivido una vida difícil y complicada, aunque se siente optimista; siente que nada nunca le sale bien y eso la llevado a cuestionarse si vale la pena seguir. ¿Qué tipo de interacción pueden tener dos personas que sienten que la vida les ha pagado mal? La vida tiene una manera extraña de hacernos entender que las cosas pasan por alguna razón y que todo tiene su propósito de ser; Fabián y Araceli juntos, pero separados; aprenderán esta valiosa lección. Al final de todo ambos descubrirán que todos tenemos nuestras batallas, pero al final del día, la vida es un tesoro valioso digno de vivirse sin importar la dificultad que se nos presente.

NATALIADIAZ · Oriental
Classificações insuficientes
14 Chs

Repulsión

Su risa se pasma justo cuando mi sólido puño aterriza en su boca. Cae al suelo casi noqueada, sin poder ni reponerse y volteo a ver a la mujer que me tiró la pintura por encima, quien retrocede con el cubo hasta pegar su espalda contra la pared. Sin decirle una sola palabra, le arrebato el restante de pintura y se lo tiro, finalizando con un fuerte golpe con el mismo cubo en la cara. Las risas dejaron de oírse, todos estaban sorprendidos por lo que estaba ocurriendo. Estoy viendo un lado positivo a este cuerpo y es que ella tiene fuerza, es una lastima que no la aproveche para darse a respetar.

—No soy de halar pelo o arañar como gata en celo, soy de tumbar dientes, en tu caso, de acomodarlos. ¿Alguien más tiene intenciones de joder conmigo? — alcanzo a ver al idiota de Giovanni mirando la situación a lo lejos —. Esto va para todas las estúpidas que vengan buscando problemas. La que se atreva a volver a meterse conmigo, les juro por este— me puse la mano entremedio de las piernas y automáticamente recordé que no lo tengo aquí—. Por esta, que nos seré tan considerada y las haré tragar tierra — caminé por el mismo pasillo, alejándome de la multitud, en dirección al baño. Espero que de esta, esas mujeres aprendan.

En el baño de chicas no había nadie, así que entré a limpiarme un poco. Estoy todo sucio y apestoso a pintura. El sostén está muy ajustado y la ropa interior es pequeña. ¿Cómo las mujeres pueden usar una ropa interior tan incómoda todo el día? Esta madre se desaparece entre estos dos pares de nalgas. Me doblo frente al lavamanos, en busca de mirar cuán manchado está el pantalón y siento el chino de alguien detrás de mí, algo que me obliga a levantarme derecho, prácticamente como un soldado. Al girarme y ver a Giovanni casi infarto.

—¿Qué crees que haces? ¿Qué haces en el baño de chicas? ¿Acaso te cambiaste el sexo o es que eres un depravado que le gusta espiar a las chicas?

—Sé lo que estás ocultando — su comentario fue igual de doloroso a una patada en lo que no tengo ahora.

—¿De qué hablas? — me acorrala frente al lavamanos y tras la incomodidad lo empujo—. Mantén tu distancia. Te apesta el hocico.

—Sé quién eres— ¿Cómo es eso posible?

—No sé de qué hablas.

—Araceli no es violenta, tampoco camina con guille, meneando el trasero como lo haces tú.

—¿Qué tiene que ver mi forma de caminar con tus suposiciones? Espera, en primer lugar, ¿qué hacías mirando mi trasero?

—No quieras evadir el tema. He llegado a una conclusión y es que no eres Araceli. ¿Acaso eres su hermana? — el alma me llega al cuerpo. Por un momento pensé lo peor.

—Yo no tengo hermanas.

—Conozco muy bien a Araceli, como para darme cuenta de que en este momento con quién estoy hablando no es con ella.

—Hombre — le pongo la mano en el hombro—, me temo que necesitas ir a un psiquiatra para que te atienda y te recete. Creí que tú problema era solo el tener la mecha corta, pero veo que esto va más allá.

—Araceli siempre ha estado enamorada de mí y de un momento para otro los sentimientos no cambian.

—Tratándola como lo haces, mucho tardó en darse cuenta de que no le convienes y que su mejor opción soy yo —cuando caigo en cuenta de la loquera e imprudencia que acabo de decir, trato de retractarme —. Eso no es lo que quise decir… — su expresión de confusión habla por sí sola.

—¿Quién eres en realidad? Bueno, en realidad no importa. Creo que me gusta más esta versión de ti — estaba tan cagado con la metida de pata que, me distraigo por solo un instante y siento sus asquerosos labios en los míos, algo que me causó náuseas, escalofríos, un ataque de pánico, estrés y hasta retorcijón.

El puño que le doy, hace que su espalda reciba el impacto de la puerta del baño. Abro la pluma tras el desespero de limpiar mi boca una y otra vez, restregando lo más fuerte que puedo, pero aún me siento sucio.

—No pensé que te desagradaba tanto — su comentario me obliga a mirarlo con visible disgusto.

—¡Me repugnas! — salgo corriendo como un loco del baño, tapando mi boca y buscando la salida.

En la entrada de la universidad me encuentro a Araceli, casi la empujo pensando que era alguien más.

—¿Por qué saliste ahora? ¿Qué le ha pasado a mi ropa?

—Estoy sucio.

—Puedo notarlo. ¿Qué ha pasado?

—No lo entiendes. Estos labios están infectados.

—¿Infectados?

Espera, si le digo lo que pasó se burlará de mí y con razón. Esto es algo que debo borrar de mi disco duro y hacer de cuenta de que nunca pasó. Solo recordarlo me hace sentir asqueado hasta más no poder.