Dos horas habían pasado desde que la directora había quedado inconsciente, afortunadamente el ritual de invocación había sido lo último del día escolar. Zander había acomodado a la mujer en el sillón y esperaron pacientemente a que despertara, sumidos en un profundo silencio, a Zander poco parecía importarle el otro ocupante de la sala, más enfocado en acicalar a su familiar.
—¿Quién eres?—. Pregunto Titus con seriedad.
—Te lo dije, o ya lo olvidaste, la edad te está afectando—. Le respondió un socarrón Zander, lo que provocó que Titus se enojara y apretara los puños hasta dejar sus nudillos blancos.
—Dijiste llamarte Zander, pero eso no responde quién eres, o qué haces aquí—.
—No es tu problema—.
—Es mi problema, si está afectando a uno de mis alumnos—.
Antes de que Zander pudiese responder algo más, la directora finalmente empezó a recobrar la conciencia.
—¿Qué pasó?—. Pregunto Louise de manera entrecortada, estaba confundida y con un fuerte dolor de cabeza.
—Se desmayó—. Le dijo Titus de manera serena.
—Ahora recuerdo, tuve un sueño muy extraño, el joven Bonnet...— La directora no pudo terminar de hablar, ya que al alzar la mirada pudo ver a Zander sentado sobre su escritorio, y sin más la directora volvió a caer en la inconsciencia.
—¿Seguirá haciendo eso?—. Pregunto Titus, a lo que Zander solo se encogió de hombros, mientras la veía muy divertido. Sin embargo, por dentro también estaba devastado, el huevo dorado había perdido casi todo su poder mágico y estaba muriendo.
Pasada una media hora más la directora volvió a despertar, estaba confusa y muy pálida, lentamente se fue reincorporando, y con voz estrangulada le dijo a Titus.
—Enséñame el huevo—.
A lo que Titus volvió a sacarlo de su abrigo, la directora se acercó a él a paso lento, al tomar el huevo lo acunó en sus manos, el color se estaba volviendo a perder de su rostro, pero nadie dijo ni hizo nada al respecto.
—¿Qué le pasó? La última vez que lo vi, estaba lleno de magia y brillaba, pero ahora...— «se ve muerto» a pesar de no haber sido dicho, todos lo entendieron.
—Aún quedan rastros de magia dentro de él—. Las palabras de Zander atravesaron el silencio, cualquier rastro de burla o diversión desaparecieron de su semblante, estaba serio y su mirada era fría. —¿Cómo ocurrió esto?—.
Dirigió su mirada a Titus que no se inmutó por ella, y solo le dedico una mirada indiferente.
—No lo sé, cuando el joven Bonnet me lo entrego ya estaba en ese estado—.
—¿Bonnet?—. Pregunto la directora.
—Es el chico que lo invocó, ya lo habíamos mencionado—. Acotó Zander.
—Lo lamento, mi mente aún está confusa—. Les dijo masajeando suavemente su sien.
La conversación no pudo avanzar mucho, ya que ninguno sabía que estaba pasando, solo sabían lo que Zander les había dicho, el huevo estaba atado a la vida de su invocador, si el huevo moría lo haría también el joven Bonnet, y viceversa.
El resto del día paso entre especulaciones, la teoría más fuerte aprecia ser que el débil poder mágico de Lucien Bonnet era lo que estaba matando al huevo, Zander estaba furioso, aquel huevo que había puesto Puu hace años había sido su mayor tesoro por mucho tiempo, y verlo ahora en ese estado lo hacía sentirse impotente.
El día paso tan rápido, a tal punto que nadie noto que finalmente había anochecido, Lucien seguía en su alcoba, se había quedado dormido después de sollozar por un largo rato, estaba agotado emocionalmente.
——Sueño de Lucien——
Lucien no sabía dónde estaba, se encontraba en un sendero a lado de un campo abierto, el campo estaba lleno de vida, con flores de vivos colores por doquier, Lucien no pudo evitarlo, sentía la necesidad de acercarse y tocarlas, así que eso hizo, se fue acercando a paso lento hasta salir del sendero, y en el instante en que su pie tocó la hierba, está se marchito al instante y en pocos segundos todo empezó a desmoronarse, Lucien regreso al sendero y empezó a correr, el sendero tras de si fue lentamente cayendo al vacío, Lucien seguía corriendo sin mirar atrás, estaba aterrado, pero no podía parar, mientras más corría más largo parecía el sendero, hasta que ya no pudo seguir corriendo y cayó al vacío...
—Lucien, Lucien despierta—. Lucien salió de su sueño al sentir como alguien lo sacudía suavemente.
Lucien despertó aletargado, no sabía quién era la persona que lo había levantado, cuando Lucien entorno los ojos y enfoco la mirada pudo ver a Titus parado a su lado.
—Profesor Arrianus, ¿Qué está haciendo aquí?—. Le pregunto somnoliento.
—Levántate, la directora te está esperando—. Con las palabras dichas por Titus, Lucien perdió cualquier rastro de sueño, y se levantó con apremio.
Ambos salieron con paso lento, miles de escenarios distintos pasaron por la cabeza de Lucien, Titus solo coloco su mano sobre el hombro derecho de Lucien en un intento de reconfortarlo, pero ese toque se sentía más como una condena que como un consuelo.
Con el aliento contenido Lucien entro en la oficina de la directora, seguido de cerca por Titus, que en ese momento Lucien lo sentía como su verdugo, Titus se quedó cerca de la puerta, y aquel extraño chico que había aparecido durante su invocación estaba sentado en el alféizar detrás de la directora.
—Señor Bonnet—.
—Si directora—.
—Sabe por qué lo hemos llamado aquí—.
—Por mi... Por mi expulsión—.
—¿Expulsión? / ¿Qué expulsión?—. La voz de Titus y la directora sonaron al unísono.
—¿No me van a expulsar?—. Les pregunto con un leve gimoteo.
—¿No?—. Fue la corta y confusa respuesta de la directora. —Fuiste llamado aquí para hablar sobre tu invocación—.
Titus se acercó hasta Lucien y lo envolvió en sus brazos, Lucien entonces volvió a llorar, estaba tan desesperado, está era su última oportunidad de demostrar que era un buen heredero, o como mínimo un miembro honorable de los Bonnet.
—¿Sabes que fue lo que invocaste?—. El ruido de los sollozos de Lucien fue cortado por la pregunta de Zander.
—Invoque un huevo... Un huevo que está mu... muerto...—.
—El huevo de Puu no morirá tan fácil, aún está con vida, pero eso puede cambiar fácilmente—. Zander hablo en un tono mordaz, haciendo estremecer a Lucien, todos en la habitación sintieron como si la temperatura de la habitación disminuyera varios grados de golpe.
—Zander—. Dijo la directora con dureza, y en pocos segundos la temperatura del lugar volvió a la normalidad. —Bien, volviendo al tema principal, no te hemos llamado aquí para expulsarte, como dijo Zander el huevo dorado aún está con vida, aunque es muy débil, queremos saber ¿qué pasó? ¿por qué el huevo está en ese estado?—.
—Yo... no lo sé... Cuando me di cuenta, ya estaba así... ¿Es mi culpa?—.
—Aún no sabemos que pasó, bien puede ser algo no relacionado contigo—. Le dijo Titus consolador.
Zander dejo escapar un bufido y dijo. —Por supuesto que está relacionado con él, de eso no hay duda, aún si el cómo aún no lo sabemos—.
Lucien estaba mirando fijamente al chico, era un chico apuesto, sin embargo, en ese mismo momento no había rastro del chico risueño y bromista que había conocido horas antes.
—¿Es mi culpa?—. Volvió a preguntar entre susurros, sin apartar la mirada de Zander.
—Aún no lo sabemos—. Dijo la directora, captando la atención de Lucien. —Titus, entrégame el huevo—.
Titus se acercó al escritorio de la directora y dejo sobre este al huevo, el cual estaba envuelto en un pañuelo de algodón. La directora con un movimiento de cabeza le ordenó a Zander a qué se acercará, Lucien estaba clavado en el suelo sin hacer un solo movimiento.
Zander tomo el huevo entre sus manos y lo acercó a Puu, este solo lo olfateo, y grazno con fuerza agitando sus alas, varias cosas se cayeron, convirtiendo el lugar en un desastre. Zander rápidamente alejo el huevo, y se lo entrego a Lucien, cuando el huevo estuvo entre sus manos, parecía brillar por unos instantes, y Lucien sintió sus manos cálidas, el calor provenía del huevo, como si este tratará de reconfortarlo, pero ese calor y brillo duró poco, al alzar su mirada, se encontró con el escrutinio de los demás, y en pocos segundos el huevo volvió a estar frío al tacto.
Puu nuevamente se levantó, era tan alto que su cabeza tocaba el techo de la habitación, y entonces empezó a graznar y agitar las alas, las sacudía con violencia, pero Zander era capaz de captar el dolor en el interior de su fiel amigo, trato de acercarse, pero Puu no dejaba que nadie se acercará. Lucien sintió como alguien o algo tiraba de sus manos dirigiéndolo hasta quedar cerca de Puu, Lucien estaba asustado, pero a medida que se acercaba Puu parecía tranquilizarse.
—¿Qué acabas de hacer?—. Le pregunto Zander estupefacto, ni siquiera él había sido capaz de acercarse sin ser agredido por Puu, y este extraño se pudo acercar con facilidad y tranquilizarlo.