-Gran, que mierda haces, te pedí que cuides a mis hijas, no que...
-Yo preste juramento en defender a la familia de Poart, no solo a tus hijas, ahora con todo respeto cállate, hasta Roy en este momento se a sabido mantenerse mejor que tú Will.
Lay se veía algo incómoda, aunque comenzó a imaginarme el porque, era probable que ver al Rey Eduardo le trajera malos recuerda de su estancia con su familia, pero por desgracia en este preciso momento no podía preocuparme por ella, pero solo tenía ganas de darle un abrazo.
Me acerque un poco más al Rey Eduardo.
-Segun entiendo lo que dice es que no puede dejar ir a Roy y a Willfest con un castigo ejemplar por sus actos su Gracia, entonces propongo esto como una apuesta en el duelo, si yo pierdo su majestad, iré a la batalla de la pradera como pidió Lord Irish, también si lo desea me uniré a la guardia real del Justoicar si así lo desea y además puede hacer todo lo que dese conmigo, pero si yo gano de todas maneras accederé ir a la batalla de la pradera, donde se protegerán los intereses de la corona y del barón de Mons ya que son sus tierras, pero también quiero que Roy y Willfest en ves de ser ejecutados me sirvan a mi, creo que para un caballero del renombre del Matalobos y Roy que estaba apunto de ser ascendido a Sir será algo que lo manchara para siempre, deberán servir a un don nadie, creo que eso sería peor que la muerte, el honor de ambos estaría manchado para siempre Su Gracia.
El rey Eduardo me escuchaba con atención.
-Tenias mi curiosidad, pero ahora tienes mi atención, pero hay un problema muchacho dime qué gano yo con todo esto, dame un solo motivo y accederé a tu propuestas.
-Su majestad usted es conocido por su nobleza, tengo entendido que Sir Willfest es buen amigo suyo o al menos lo fue, lo que usted ganaría es que un amigo suyo siguiera viviendo y la misericordia que entregaría sería respetada por muchos, además para los que crean que sería un acto de debilidad, mostraría sus colmillos y conocería a sus enemigos si es que lo hay su Gracia.
El rosto del rey era inescrutable, los años de la experiencia se reflejaban muy bien en el como un viejo zorro que observaba pacientemente a su presa, hasta que soltó una carcajada.
-Tienes buena labia, para ser un simple escudero y un don nadie... Accedo.
El Barón de Mons se puso furioso.
-Como permites esto primo, ese hijo de perra dejo casi en coma a tu sobrino Claude, como puedes...
-Callate yo soy tu Rey en este momento no tu primo, y si Claude termino mal herida, es su puta culpa por no poder defenderse como debe, debería saber que si buscas peleas en la cueva del lobo el sacara los colmillos, y si Gran gana el duelo, perderán todo el honor que le quedan, me parece un castigo justo, además no olvides que si el escudero pierde la ejecución seguirá como fue ordenada, conténtate con eso Barón.
-Como ordene su majestad. - Dijo el Barón molestó.
-Entonces tomare esto como un trato su Gracia, en el duelo lucharé yo mismo.
Por algún motivo hice contacto visual con Vanessa que me dedico un pequeño saludo sin que los demás lo notarán, yo simplemente asentí un poquito en respuesta, gesto que logro captar. Lo que si se dio cuenta de la situación fue Lay, que se extraño un poco, pero aún así estaba más preocupada por su familia.
-Eso me esperaba Gran, ahora veamos quién será mi campeón...
Sir Fregan se acercó al rey.
-Su majestad permítame a mi representarlo, además, yo y el muchacho tenemos una cuenta pendiente.
-Gracias por tu ofrecimiento Sir Fregan, pero tengo entendido que Gran te derrotó en un duelo oficial, y no te veo muy bien para luchar, no servirás Sir Fregan... Sir Arthur, tu te enfrentarás en duelo al muchacho.
Fregan estaba frustrado por las palabras del rey, incluso hasta mi me dio pena, pero tenia razón actualmente no veía a Fregan como un enemigo muy complicado de vencer, sobre todo porque su cojera aun seguía después de tanto tiempo.
-Como ordene su majestad, será un placer como siempre servirle.
Por alguna razón tanto Lay cómo Roy y Willfest me miraban con preocupación, aunque, conocía bien la capacidades de Sir Arthur además fue el único que logró esquivar a Morrigan sin mucha dificultad, realmente iba a ser un problema un duelo con el.
-Lleven a Roy y a Sir Willfest a sus celdas, es una orden.
Los guardias agarraron a los dos, ninguno puso resistencia, pero Roy dijo algo antes de irse.
-Confió en ti Gran.
-Descuida Roy, después me lo agradeces cuando tengan que servirme. -Dije bromeando.
-Maldito estúpido, será mejor que te tomes esto enserio. - dijo Willfest.
-Si de nada, por cierto. - Dije sin tener respuesta alguna.
-El duelo se llevará acabó pasado mañana, ¿Supongo qué no hay ningún problema padre Francisco?, Y que contaremos con la venía de la iglesia para este duelo dónde Dios desidia el veredicto.
-Por supuesto su majestad. Dijo el padre Fernando.
-Ahora le pido a todos que se retiren a excepción de ti Irish, hay cosas que quiero discutir contigo.
Se nos despacho muy rápido del pequeño Castillo del Justicar, comenzamos a caminar hacia la casa de los placeres, en este momento ella debía sentirse horrible, aunque yo también la verdad, está a un paso de perder a su padre y hermano, casi muere su hermana, perdió lo que era su hogar en este país...
Abrace a Lay por la espalda en medio de la calle.
-Gran no es momento para esto, además debemos pensar en que vas hacer...todo salió del asco.
-Lay siempre es buen momento para un abrazo, además se que estás pasando por mucho, incluso yo le también me siento superado Lay.
Ella sostuvo mi mano mientras la abrazaba.
-Gran no quiero llorar acá, déjame al menos hacerlo en privado...
-Si por supuesto, te aseguro que va a salir todo bien.
-No idiota salió todo mal, tienes que enfrentarte a Arthur, perdón pero no tienes está vez ninguna oportunidad contra el, ni siquiera yo la tengo, ni siquiera la experiencia de mi padre la tiene para enfrentarse a el, Gran huye, no puedo perderte a ti también.
-Me imagino que va a ser duro, y no tengo ningún plan contra el, pero no pienso perder, algo se me ocurrirá.
-No, no, el te lo aseguro, el es muy superior Gran, no es un Fregan, que no es por desmerecer tu victoria contra el, pero no existe mundo donde te vea ganar contra Sir Arthur, yo misma lo enfrente en mis 16 años, esa cosa era un monstruo, ni siquiera pude seguirle el paso, y por un despiste mío casi me mata.
-Sabes eso duele Lay, sobre todo de tu parte, pero considera algo, yo ya he vencido lo imposible una vez, tu eres la prueba de ello, y lo haré de nuevo si es necesario.
-Gran yo preste juramento de servirte y no me dejas, me relegas a un lado, y es mi familia la que está en peligro, yo debería pelear en ese duelo no tu.
-¿Lay crees que puedes ganarle a Arthur?
Lay se sorprendió por mi pregunta, de hecho incluso le dolió contestarle.
-Si sigue siendo tan bueno como cuando lo enfrente cuando tenía 16 años, no, creo que no.
-Entonces hice lo correcto, si vas a luchar contra un enemigo con el que sabes que vas a perder ese es tu destino, yo sé que tengo todo en contrá de Arthur, pero aún así pienso que ganaré de alguna forma, solo espero salir en una sola pieza.
-¿Soy patética no Gran?
-Para nada, todo lo contrario de hecho, eres grandiosa, bella, inteligente, curiosamente más emocional de lo que creí, y fiel y confío ciegamente en ti, pero necesito que confíes en mí, te aseguro que no te estoy dejando a un lado, y si las cosas salen bien... Prefiero mejor no adelantarme.
Habíamos llegado, la casa de los placeres estaba abierta al público sin importar entremos, apenas entre Madam Felia nos recibió y nos guío a una parte del local que desconocía, pero estaba incluso más perfumado que las habitaciones donde una iba a follar.
-¿Que es este lugar Madam Felia?
-Mi casa querido, aquí es donde vivo, Helen está con Mirian y la encantadora de Amelia en esa habitación, creo que las está esperando, yo tengo que dejarlos debo atender el local, así que espero que resulte bien.
Madam Felia bajo muy apurada, con Lay entramos a la habitación, donde estaban las chicas, apenas abrí la puerta Helen se acerco preocupada abrazándome.
-¿Estas bien?
Yo abrace a Helen por la cintura.
-Si tranquila, salió todo... bien podemos decir.
-Me alegra que ustedes dos se lleven mejor, pero no debes mentirle a Helen, Gran sobre todo cuando ahora te metiste en un duelo con él.
Helen me miro preocupada.
-¿Que estupidez hiciste ahora Gran?
-Lay al menos quería decírselo yo sin tener que preocuparla mucho.
Mirian y Amelia me miraban preocupas, pero al menos ellas dos se veían bien y ya atendidas.
-Dejen sentarme en el sillón y cuento todo... ¿Lay, le digo todo a Mirian?
-Si ella merece saberlo.
Me senté en el sillón, Lay se sentó a mi izquierda mientras apoyaba su cabeza en mi hombro cosa que a Helen no le gusto mucho, no dijo nada, pero se notaba en su cara, ella se sentó a mi derecha y me tomo la mano, casi como si quisiera marcar territorio, algo que supongo que me traerá problemas en el futuro.
-Escuchen todas con atención- Dije con voz de mucho cansancio.