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Fiesta al estilo Frances

Fue una tocata perfecta de la chica enmascarado, me corazón estaba acelerado, casi emocionado, tenía frente a mi sin duda a alguien de mi tiempo o por lo menos del futuro.

Roja se había dado cuenta de mi excitación antes la situación, pero ella no entendía muy bien lo que sucedía conmigo.

-Gran explícame, por qué te emocionas tanto por una pieza de música.

No podía ocultar ni una pizca de mis emociones, en este momento era un libro abierto.

-No es la pieza, que sin duda es grandiosa, de hecho podría decir que es una de mis partituras favoritas Roja. Ahora escúchame bien, no pierdas por ningún motivo sus acciones si es posible, cualquier gesto, o con quien sea que hable, es de suma importancia todo esto.

Ella notaba mi urgencia en mis palabras así que de manera muy feliz para mí sorpresa me dijo que confiara en ella y por supuesto que lo iba a ser.

Supuestamente ella habla francés, ese idioma no es mi fuerte si no el de Hero, pero creo que puedo defenderme un poco, ahora veamos si cae en mi trampa cuando termine de tocar.

Cuando la mujer enmascarada había terminado de tocar la pieza musical en el órgano todos aplaudieron yo incluido, mucho de los presente estaban eufóricos por tan maravillosa pieza musical que había interpretado.

La chica se estaba levantando para retirarse del lugar pese a las insistencias de que interpretaran otra partitura, pero el mismo rey Eduardo acabo con las peticiones de la nobleza. Dos guardias custodiaban a la joven enmascarada, pero no me importo me acerque hacia ella, la logre alcanzar justo cuando estaba llegando a la puerta para irse.

-Fue una hermosa pieza musical la que acaba de interpretar señorita misteriosa.

Los guardias desenvainaron sus espadas apenas me acerque, sin darme cuenta pusieron una espada en mi cuello que me obligo a detenerme en el acto.

-Gran no esta permitido molestar a la organista privada del Rey, así que lo diré una sola vez, aléjate.

Arthur tenia la espada en mi cuello, por lo visto lo que hice puso nuevamente mi presencia en el ojo de todos, aunque, realmente tal vez, no era necesariamente pro mi.

-Arthur creo que perder un ojo te hizo descuidado Arthur.

Sin que el se diera cuenta, Roja saco la espada que yo llevaba en la cintura, poniendo la punta sobre el pecho de Arthur.

-Gran, te aseguro que tu cabeza caerá antes de que esa mujer me perfore el pecho.

Ignore lo que dijo Sir Arthur, esta iba a ser mi única oportunidad así que debía tomarla.

-Désolé si mon français n'est pas très bon. Vous n'êtes pas de cette époque, n'est-ce pas, parce que je suis sûr que vous n'êtes pas Beethoven.(Disculpa si mi Frances no es muy bueno. No eres de este tiempo cierto, porque estoy seguro que no eres Beethoven)

La chica reacción antes mi palabras.

-Je ne vois pas de quelles absurdités vous parlez Sir Gran, si je ne me trompe pas. - dijo la enmascarada. (No se que tonterías estas hablando Sir Gran, si no me equivoco.)

-Ou excusez-moi, mais si vous ne savez pas de quoi je parle, pourquoi me répondez-vous en français actuel et pas en ancien français ? (O disculpa, pero si no sabes de lo que hablo ¿por que me contestas en el francés actual y no en el antiguo?)

Ella finalmente se habia dado vuelta, habia caído en mi pequeña treta, pero tuve el resultado esperado.

-Ingenioso chico, muy ingenioso, déjame darte un consejo no te metas en nuestro camino. Sir Arthur puedes bajar tu arma, estoy segura que Gran no insistirá en hablar conmigo. - Dijo la chica con acento francés.

-Por ahora enmascarada, tenga una buena noche, a una cosa, si vas a interpretar sonata claro de luna, asegúrate hacerlo un poco más lento, estabas acelerada desde la segunda parte.

Ella soltó una risa burlona.

-Lo tendré en cuenta Sir Gran.

-Roja, muy bien hecho, ya puedes descansar.

Ella me hizo caso sin dejar de mirar a Arthur, y envaino mi espada en la vaina que estaba en mi cintura.

Cuando Roja retiro la espada, Arthur hizo lo mismo.

-Déjame adivinar otra escudera.

-En efecto Arthur, es mi escudera como Lay.

 Arthur no me miraba con buena cara.

-Acaso no aprendes muchacho, no deberías jugar a la caridad.

-Decir eso es insultar a tu propio maestro Arthur, Roja fue la ultima aprendiz de Sir Earwrey el ciego.

No pude notar ningun rasgo cuando le hable sobre su maestro.

-¿Eso es cierto?, te hablo a ti mujer.

-Si lo es Sir Arhur, el me entreno desde que me acogió cuando tenia 8 años, y me entreno hasta mis 16, luego de eso Sir Earwrey desapareció en el bosque negro, nunca más lo volví a ver después de eso.

-Entiendo, si es así debe estar muerto, una cosa más, no te reconozco como su aprendiz, tenlo en cuenta.

Las palabras de Arthur habian mellado el animo de roja, ni siquiera dijo algo para defenderse.

-Vamos Amelia, no escuches al tuerto, tu ya fuiste reconocida por tu maestro, no importa lo que diga uno de sus aprendices, solo olvídalo... Sir Arthur que tenga una buena fiesta.

Tome a Roja del brazo, nos saque del lugar y me dirigí hacia Vanessa, que me reprendió por mi actuar, por llamar demasiada la atencion.

Ella me explico que Anamaría o sea Iris no quiso asistir por estar muy cansado, a lo que me imaginaba que talvez estuviera en el burdel, luego me presento a un par de personas. Monac un mercader importante que se dedicaba a traer cosas de Europa hacia Irlanda o Inglaterra, lo que pense que podría ser muy útil, el mercader me hablo bastante por arto tiempo, en un momento deje de escucharlo porque me preocupaba el estado anímico de Roja, se veía fatal.

Vanessa no me dejo acercarme a Roja, porque después de que el mercader Monac se fue, me presento a un hombre muy envejecido llamado Tuerec Tas, era un viejo comandante, que actualmente estaba de consultor por su experiencia, el hombre se veía ansioso de conocerme, y no puede evitar perderme en sus historias, sobre todo cuando participo en la guerra de Francia, incluso menciono a Willfest y sobre su amorío, ya que el estuvo con él cuando conoció a la mujer con la que le fue infiel a su esposa, aun así todo lo que me decía era fascinante, y sus estrategias no estaban nada mal, después recordando su nombre recordé que el fue el responsable de repeler a los Frances de Inglaterra.

Después de una larga charla, tuve que despedirme educadamente, ya que Roja necesitaba mi atencion, incluso tuve que rechazar a Vanessa que prendía presentarme a más personas, pero no iba a negar que estos dos nuevos contactos me podrían ser muy útiles.

-Amelia, no dejes que lo que te diga Arthur te afecte, créeme si algo he descubierto es que el es un idiota.

-No es necesario que te preocupes por mi Gran, créeme estoy bien.

-Si estas tan bien como Irlanda a manos de los Ingleses. - Le dije al oído para que nadie me escuchara.

Ella se sorprendió un poco de mis palabras.

-Esta bien, solo es algo frustrante, admiro a Arthur, y cuando alguien que admiras dice que no te reconoce duele.

-Amelia, te aseguro que incluso ganándole en un duelo el te dirá que no te reconoces, la personas que admiras intento asesinar a Lay cuando tenia 16 años, porque encontraba que era un estorbo para Willfest, y antes que me digas que no es cierto, el mismo Arthur me lo confeso.

-No, eso no puede ser cierto, el Señor Willfest es su hermano de armas, el no podría hacer un acto tan horripilante como eso, no a él.

-Aun así lo hizo Roja, me sentí muy frustrado cuando no pude matarlo, cuando me conto lo que le hizo a Lay, intente que no se me notara, así que creo que nadie se dio cuenta, pero el respeto que le tenia a ese hombre ya no existe para mi, lo que es una pena.

Amelia se ordenaba el cabello que tenia en la cara.

-No se muy bien en que pensar Gran, no me gusta pensar de esto forma, de un aprendiz de mi maestro.

-Solo piensa que ahora eres mi escudera y que en el futuro serás un Sir, al igual que yo, Will, y ese otro infeliz, quédate con eso... ahora que lo pienso debo buscarte un apodo, Lay es la escudera del cuervo, a ti... debo pensar en uno.

Ella finalmente sonrió.

-Espero que al menos sea uno adecuado, si no no estare muy feliz que digamos.

-Así que la señorita me salió exigente, lo tendré en cuenta Roja.

-Para mi ya no tiene mucho sentido quedarme en esta fiesta, ya tengo lo que quiero, que tal si no vamos, querida amiga.

-Me parece adecuado querido Sir Gran.

Con Amelia nos acercamos al Rey Eduardo para despedirnos con una reverencia, solo se limito a decir un adiós, y espero que hayan disfrutado la fiesta, dejándonos ir.