webnovel

Fate/Hierro en plata

Fue solo curiosidad que se extendió a cada año. Una figura que todos conocían, pero de la que nadie hablaba. Un conocido, un extraño, un amigo o un desconocido. Nada importaba ahora, sólo deseaba poder comprender que había debajo de esa red que no parecía pensante. Ella no buscaba una luz guía. Ella buscaba ser esa luz.

ReydePicas · Anime e quadrinhos
Classificações insuficientes
12 Chs

Nombre

La vista de Olga Marie se fue desenfocando a cada segundo que pasaba, pero no le importó a ella, nada más importaba.

Solo con ver a aquel idiota abrir los ojos ya se sintió satisfecha.

Antes le hubiera gustado que alguien la apreciara y que la tomaran en cuenta, que la quisieran o que mostrasen interés genuino en su persona.

Shirou fue la persona que hizo todo eso y más.

Un primer amor.

Una sonrisa tosca salió de la boca de Olga Marie, sintió algo que caía de su rostro.

No eran lágrimas.

―Ah... ―Olga Marie alzó su mano y tocó su nariz, estaba sangrando sin parar, una pequeña tos salió de su garganta y pocos segundos después una bocanada de sangre salió al igual que de su nariz.

― ¡Marie! ―Olga Marie sonrió, sonrió como nunca lo había hecho.

Palabras tan amables, incluso si fuesen un grito o un insulto, si fuese de Shirou estaba bien.

Shirou mostró esa preocupación por ella, pero por más que esto fuese egoísta de su parte, el ver como Shirou sufría por ella en cierto sentido la hizo feliz.

Alguien la reconocía.

La mirada desesperada fue lo último que vio Olga Marie cuando empezó a cerrar sus ojos.

Estaba cansada.

Los gritos de Shirou sonaban de fondo, pero de igual forma Olga Marie solo podía escuchar casi un susurro incluso si Shirou estaba frente a ella, era como si incluso sus oídos estuvieran cerrados.

Ah... Olga sintió el líquido caer también de sus oídos.

¿Qué había pasado al final?

...

Una sonrisa, Shirou solo pudo quedarse quieto cuando abrió los ojos y contempló aquella enorme sonrisa en el rostro de Olga Marie.

Una sonrisa de felicidad absoluta.

Aquella sonrisa que había estado buscando ver por tanto tiempo, ¿había estado a su lado siempre?

¿Por qué?

¿Por qué Olga Marie sonreía a así cuando no había hecho nada por ella?

El rostro de Olga Marie se acercó y Shirou sintió el cálido contacto.

Un beso.

Una muestra de amor inocente y puro, algo que se demostraba ante un simple deseo de mostrar afecto.

Un beso boca a boca que fue delicado y corto. Los ojos de Shirou se abrieron, el sabor que no existió, un gusto dulce y encantador, casi embriagador, como si hubiera estado esperando esto, pero no lo había logrado comprender hasta ahora.

Todo pensamiento se cortó cuando la fuerza de Olga Marie mermó de golpe y el sabor dulce que antes había estado en su boca se transformó en un sabor metálico y conocido para él.

Sangre.

Olga Marie cayó en su pecho con una sonrisa mientras que la sangre caía por todos lados, sus ojos, nariz y boca, incluso sangre de sus ojos.

Por primera vez Shirou sintió algo que creció y se formó en su pecho, fue algo que no entendió algo que le hacía retorcerse y casi sentir ganas de correr, algo que hizo que no pudiera quedarse quieto solo viendo y abrazó con fuerza el cuerpo de Olga Marie.

¿Era esto el miedo?

¿Miedo a perderla?

Romani corrió hacia la dirección de Shirou cuando vio como el hombre recién despierto empezó a temblar, fue la primera vez para Romani que vio aquella reacción por parte de Shirou.

Un círculo se activó bajo la cama en la que estaba Shirou y sintió como todo a su alrededor se alentó. Shirou giró sus ojos con cuidado a Romani quien estaba en el otro extremo de la sala frente a una consola.

Ahora Shirou y Olga Marie estaban en la cama en un círculo de éxtasis. No fue algo como manipular el tiempo sino el cuerpo de lo que estaba presente. Shirou se levantó con cuidado y lentitud, incluso si para él parecía rápido todo era lento.

Esta era una de las drogas que se estaban experimentando en Chaldea bajo la orden de Marisbury, la droga que permitiría a los maestros seguir incluso cuando sus cuerpos estén desechos.

Cuando Shirou logró abandonar el círculo cayó de rodillas y puso sus manos en el suelo, las gotas de sudor estaban en su frente y sintió todo su cuerpo débil.

No importaba.

Se giró y miró a Olga Marie quien estaba suspendida antes de que un brillo verde suplantara el color purpura anterior.

―Shirou... ―Romani miró con cuidado al hombre que había vuelto de la muerte.

No supo que responder.

No supo que hacer.

Incluso siendo quien era... Romani no encontró una respuesta apropiada para lo que acaba de ver, solo pudo girarse y ver con cuidado a Olga Marie antes de asistirla lo antes posible, conectó el equipo de soporte vital lo más rápido que pudo y miró como la tez de la joven se restauraba con lentitud.

―Estoy...

―Estás con vida, mejor dicho, nunca has dejado tú cuerpo, pero de igual forma... ―Romani miró a Shirou quien estaba con las manos apoyadas aún en el suelo viendo casi de manera perdida a Olga Marie―. No sé lo que acabo de ver... Marisbury no me dijo nada de--

―El proyecto E, Olga Marie... ella... ―Romani caminó con lentitud y puso una mano en la espalda de Shirou quien estaba jadeando aún, parecía como si una lluvia de memorias lo golpeara de golpe.

Shirou solo se quedó quieto en el suelo con los últimos recuerdos revueltos en su cabeza.

La expedición.

La traición.

La guerra.

La verdad...

Todo vino de golpe a la mente ya colapsada de Shirou.

Romani alzó la cabeza cuando sintió un frío recorrer su cuerpo, una sensación que desearía desconocer, pero ahí estaba.

Alzó la cabeza y miró a una Olga Marie intacta, sonriente y con las manos en la espalda.

Shirou solo se quedó quieto viéndola casi como si esperase que se moviera.

―Me traicionaste... incluso cuando lo juraste... ―aquel tono, aquella voz tan jovial y dulce, poco a poco se degradó a uno sin emoción.

Shirou detuvo su tren de pensamientos y miró a la mujer que ahora estaba de pie ante él. No era Olga Marie, no era alguien de este mundo.

―Alaya... ―no fue Shirou quien susurró aquello, fue Romani quien miró a la versión impía de Olga Marie quien estaba de pie frente a ella.

―El más amado por Dios ―Alaya miró a Romani quien retrocedió un paso y tragó. Romani lo sabía, no había porque sentirse así, con miedo, pero eso no quitaba que la situación fuera mucho más extraña de lo que uno pudiera imaginar.―, no es necesario que estés alterado, no puedo interferir en nada.

Olga Marie alzó una mano y la extendió hacia Shirou, pero esta solo se disolvió al momento en que hizo contacto, fue casi como si tocar a Shirou hiciera que el cuerpo presente de ella se deformara. La expresión de Alaya fue casi de sorpresa, como se abrieron los ojos un poco y su boca quedó en un pequeño estado de sorpresa.

Retrajo la mano y miró como esta volvió a formarse. Cerró el puño un par de veces antes de mirar a Shirou quien sintió una oleada en su pecho y como su fuerza se fue de golpe.

Como si algo que le hubiera estado dando sostén se hubiera roto de la nada.

―Entonces reniegas de mí a pesar de que te lo di todo para salvar a los demás, consumir cada fragmento que te di y escupirlo como si fuera basura... la fuerza que te di ahora estará para él día en que te redimas ―no fue una pregunta, tampoco una afirmación.

Solo una sentencia que se dio al aire y que Shirou captó.

¿Él estaba renegando su deseo?

¿Por qué?

Incluso en muerte él...

―Lo diste todo, ¿no?

―Yo...

―No te preocupes, también he fallado ―Alaya miró su mano que estaba brillando en partículas azules―, incluso con la independencia que se me dio no pude lograr nada...

― ¿Alaya?

―Nada como eso, solo soy un fragmento, un pequeño atisbo que se separó y se le asignó una consciencia para asegurar tú contrato.

― ¿Quién eres?

No hubo respuestas inmediatas de la mujer idéntica a Olga Marie que estaba parada ante él.

―No importa, tampoco tengo mucho tiempo, fallé y volveré al uno.

― ¿Al uno? ―Romani no estaba al corriente de eso, incluso con todo lo que conocía, había ciertas lagunas que ni él comprendía.

El funcionamiento de Alaya en su totalidad era una de esas cosas.

― ¿Quién eres? ―Shirou insistió cuando vio como el semblante de Olga Marie iba cambiando de a poco, yendo de la cara sin emociones a caer de rodillas abrazándose a sí misma.

―No soy yo quien habla, pero tampoco dejo de ser yo, pensé que una consciencia más humana me habría hecho pensar porque te renegabas tanto de mí a pesar de tus palabras y acciones ―Olga Marie abrazó a Shirou.

Fue un abrazo frío.

No fue la Marie que Shirou conoció.

Tampoco fue el abrazo de un inconsciente colectivo.

Tampoco el de algún ser.

―Fui designada para convencerte, que te unieras a mí, ¿pero me rechazas hasta el final? ―Shirou no entendió nada, pero en aquel punto de desaparición de la figura solo pudo ver una expresión triste.

Ah...

Nunca habló con Alaya en primer lugar.

Tampoco era Olga Marie.

―Entonces esto es... ―la sonrisa forzada y la cara roja fueron solo lo primero que llegó antes de un llanto y una mirada de horror―, ser humana...

Shirou quien se iba a acercar a la impostora se detuvo al ver como esta empezó a respirar con fuerza y llevar sus manos a su cabeza, el llanto y un grito fueron seguidos de una mirada que reflejaba miedo absoluto.

―Emociones ―la impostora habló mientras que se reía y lloraba, ni siquiera ella sabía lo que estaba sintiendo, su vínculo con Alaya, el colectivo como tal, había sido removido de ella dejándola sola con un cuerpo humano y la mente que degradada a como había sido hecha la copia de la persona que había usado para presentarse ante Shirou.

Desolación.

Miedo.

Pero lo que más prevaleció en la cabeza de la impostora mientras que vio las líneas azules aparecer en su cuerpo fue el miedo a la muerte.

Ella no quería morir.

Olga Marie no deseaba morir.

Shirou vio aquella explosión de emociones que ahora estaban marcadas en el rostro de la impostora, no, del avatar que Alaya había usado para acercarse a él.

No quedó aquella cosa sin emociones, tampoco un ser en blanco con nada más que la apariencia de la persona que Shirou consideraba como la más alta en el mundo.

Quedó las emociones expresadas de Olga Marie al aire, el cumulo de todo lo que la mujer había guardado ahora estaba explotando ante él gracias a aquel impostor que estaba volviendo de donde debería.

―Shirou... ―no hubo un llamado como "contratista" o Emiya como siempre había hecho Alaya cuando habló con Shirou con el medio de aquel cuerpo. Shirou miró a la joven impostora, no, a Olga Marie quien extendió su mano con ojos lloros y una mirada que mostraba desesperación.

―Tú...

―No quiero morir ―aquel último clamor fue dado de la impostora antes de que las líneas azules cubrieran todo su cuerpo y Shirou viera segundo a segundo, detalle a detalle, como el cuerpo de la mujer que tanto quiso proteger.

Simplemente explotó en una masa roja que se esparció por toda la sala.

Romani estaba quieto viendo aquella escena.

Alaya... incluso sin consciencia de lo que hacía, era más cruel de lo que creyó.

El haberle dado consciencia en los últimos segundos de vida a una de sus voluntades fue un castigo que se podría llamar como desagradable.

Romani quitó esos pensamientos y miró a Shirou quien estaba sentado en silencio con los ojos abiertos, casi parecía indiferente a la sangre que le había salpicado encima y todo lo que se había ensuciado ante el acto de desaparición de la impostora.

Lo que había visto y con quien había hablado solo fue una marioneta creada por Alaya, el contrato si bien se rigió... Shirou no lo aceptó incluso si lo deseó.

Romani se quedó quieto viendo aquella escena en silencio.

Aquella existencia que había estado intentando convencer a Shirou de que fuera con Alaya, una extensión de la misma Alaya que se le había otorgado consciencia.

Fue simplemente borrada al fallar.

― ¿No es aterrador? ―Romani miró a Shirou quien estaba con las manos como si hubiera estado sosteniendo algo―. Como nuestra existencia es tan vaga que cualquiera puede decidir cuando tuvimos suficiente.

―Shirou... ―Romani miró al hombre de pelo blanco quien se rió antes de alzar el puño, pero se quedó a medio camino antes de golpear el suelo.

La parte racional de Shirou le dijo que, si dañaba algo, podría afectar a Olga Marie quien estaba ahora en la cama y con el soporte.

― ¿Cómo está? ―Shirou sintió como el mana que había estado siendo suministrado hasta hace unos instantes fue cortado de golpe.

Alaya lo había visto como uno de los suyos defectuosos.

Incluso en la más profunda aceptación de sus palabras y acciones, el velo de Alaya dejó su cuerpo ante la negativa de su alma.

Aún sintió el contrato.

Lo más probable es que Alaya solo hubiera retrocedido por ahora.

―Se estabilizó una vez que conecté el equipo ―Romani se acercó y miró a Shirou quien había bajado las manos y solo se quedó quieto viendo la cama en donde Olga Marie ahora estaba inconsciente.

― ¿Qué sucedió?

―No lo sé.

Hubo un breve silencio antes de que Shirou se pusiera de pie y caminara con cuidado hasta Romani quien lo miró en silencio. El hombre de cabello naranja se sorprendió cuando Shirou lo tomó del cuello de la camisa que llevaba y lo miró a los ojos.

Aquellos ojos color hierro sin vida...

― ¿No lo sabes? ―era audible la molestia.

―Shirou yo--

Un grito de Shirou sonó cuando alzó el brazo y preparó para golpear a Romani quien solo se quedó con los ojos abiertos y mirando al joven quien se detuvo a último momento.

El rostro de Shirou estaba desfigurado en una mueca que no entendió, ¿estaba riendo o estaba enojado?

Probablemente ni siquiera Shirou comprendía la emoción por la que estaba pasando en este momento.

―Por favor, cálmate, ella está bien, no hubo un daño mayor la cámara que se preparó era para cuidar de tú cuerpo mientras que esperábamos que vuelvas, así que su vida está en el lugar más seguro del mundo ahora mismo.

― ¿Por qué?

Romani vio como Shirou pasó apretar el cuello de su camisa con furia a hundir su cabeza en su pecho y abrazarlo como si esperase que alguien hiciera algo. La mano de Romani subió y le dio unas palmadas en la cabeza a Shirou para intentar tranquilizarlo.

―No puedo ayudarte si no me dices que sucede ―Romani sonrió al recordar aquella vez de la guerra.

Cuando él también tuvo que consolar a Shirou después de decapitar a la heredera Matou.

― ¿Por qué ella intentó salvarme? ―Shirou no se movió no quiso alzar la cabeza, no supo que hacer o que expresión poner.

―Eres una persona importante para ella.

― ¿Por qué?

Un bufido de diversión salió de Romani cuando aquella pregunta se dio.

― ¿No tienen todos los humanos un ser querido? ―la pregunta de Romani se ganó el silencio de Shirou quien a los ojos del doctor parecía aquel mismo chico de aquella vez, aquel chico roto y sin saber cómo continuar.

―No debería importarle... maté a su padre, hice cosas horribles, hice un montón de cosas que me harían merecedor del infierno, ¿por qué salvarme?

― ¿No lo harías por ella también?

Shirou se separó y miró con confusión a Romani quien le sonrió con tranquilidad. Se fue hasta una de las sillas que estaban cerca de la cama de Olga Marie y la miró.

―Daría lo que fuera, solo que la humanidad...

― ¿Entonces no crees que ella también haría lo mismo por ti?, ella al igual que tú, supongo que es la juventud, pero piensan que todo se puede dar con el simple hecho de creer en alguien. ―Romani miró a Shirou quien parecía perdido.

―Yo no lo valgo, no valgo lo que ella cree, ni siquiera una pequeña parte, no soy un héroe ―para Shirou fue un hecho.

No tuvo valor como humano para ser salvado.

―Quizá tú pienses que no vales nada, pero ¿qué pasa con Marie? ―Romani preguntó viendo como Shirou se detuvo y miró a la mujer que ahora estaba acostada respirando con lentitud―, no sé qué fue lo que pasó, pero--

―El experimento.

Romani quiso evitar ese tema, pero Shirou lo trajo.

― ¿Lo sabes? ―Romani sonrió con culpa viendo como Shirou solo se quedó parado ante la cama de Olga Marie.

―He visto el historial, todo... el experimento número siete de la serie E, Olga Marie.

Romani guardó silencio viendo a la joven en la cama.

Fue casi una burla del destino como los papeles se habían invertido y el que ahora estaba contemplando al otro que se quedó atrapado en cama era Shirou.

―El proyecto para llevar a la humanidad a la siguiente etapa, incluso si has visto todos los registros, no conoces toda la historia.

―...

―Olga Marie fue pensada para eso, ¿por qué crees que ella cuenta con nula compatibilidad para invocar a un servant? ―Romani comentó haciendo que Shirou abriera los ojos―, si no es de este mundo, no puede tener una relación con este.

―Pero los registros--

―Hablan de este mundo, pero una variante, no algo externo a este, el fragmento que se usó fue algo que Marisbury consiguió, no, decir que la familia Animusphere ha estado en esto desde hace mucho tiempo, mucho más de lo que puedes creer también sería quedarse corto.

―Ella fue lo que Marisbury buscaba entonces, ¿por qué la dejó como está ahora? ―las preguntas que no pudo contestarse con datos ahora podían ser reveladas ante un Romani que parecía más que consciente de la situación.

Romani miró a Shirou y luego pasó a sonreír a Olga Marie.

― ¿No es curioso?, incluso el humano más cruel puede tener algo que desea, el día en que Marisbury sostuvo a Olga Marie por primera vez fue divertido, su expresión... todo lo que él había planeado simplemente se esfumó al ver a esa creación que pudo llamar "hija"

―Tú... no deberías saber tanto, fuiste invocado en la guerra.

―El ver los recuerdos de mí maestro es algo que haría obviamente, incluso yo tengo algo de orgullo ―una risa salió al final de esa oración haciendo que Shirou soltara un suspiro.

―Eso no lo explica, ¿por qué ella haría algo como eso?, debería odiarme, debería ser la persona que más me deteste, ella amaba más que nadie a Marisbury, incluso si él nunca le mostró él más mínimo signo de afecto, ella esperó, esperó cada momento para que le diera un "felicitaciones... y yo...

―No te culpes, y es obvio que ella no te odiaría, incluso con lo que has hecho, eres más de lo que crees.

Shirou no respondió solo miró a Olga Marie antes de volver a ver a Romani una vez más como si pidiera órdenes.

―Haré lo posible para poner todo para que nadie note que ella está fuera, de igual manera se tomaría una semana libre, ella ha estado llevando su cuerpo al límite, quizá lo que sea que hizo junto con el estado de su cuerpo llevó a este final, debería estar bien en una semana o dos ―la sonrisa de Romani fue una inocente y alegre.

No se atrevió a decirle a Shirou que no sabía si es que ella podría volver a despertar.

―Ya veo... ―Romani vio como Shirou relajó su cuerpo y casi parecía como si se liberara un peso de encima del joven.

Romani sintió culpa al instante por la mentira blanca que le había dado al hombre ante él.

― ¿No sientes curiosidad de cómo llegó a ese estado?

―Es mi culpa.

Shirou bajó la mirada y miró sus manos una vez más.

―No, no como crees, ella es dueña de sus decisiones, si quiso salvarte fue por su propia voluntad.

―Está sola... pero a la vez debería odiarme, antes me hiciste una pregunta.

―Oh, ¿y cuál era?

―Era sobre si la felicidad que he experimentado al salvar a otros... es mayor al dolor que has sentido al dejar a alguien atrás...

―Entonces, ¿tienes tú respuesta? ―Romani miró a Shirou quien dudó unos instantes antes de soltar un bufido imitando una risa, una seca y sin emoción.

―No he sentido nada al salvar a otros ―el tono de Shirou casi parecía derrotado.

Romani miró a Shirou, parecía destruido, como si alguien lo hubiera pisoteado y lo hubiera dejado en el peor estado posible, incluso si no presentara ninguna herida externa, Shirou estaba destruido por dentro.

Lo único que lo había impulsado hasta ahora para seguir adelante fue revelado como una mentira que se auto impuso.

―Ya veo...

―Su sacrificio... de ellas... no quería admitirlo, no quería decir ―Shirou alzó la cabeza y miró perdidamente el techo del lugar antes de quedarse así por unos segundos más para bajar la cabeza de golpe contra el suelo y estrellar su frente contra el suelo.

― ¡Shirou! ―Romani se acercó, pero se detuvo cuando vio como Shirou se había quedado con la cabeza gacha y la frente contra el suelo.

Miró la abolladura que se formó donde Shirou golpeó su frente.

―No hice nada... esta guerra, ¿realmente importó al final algo? ―Shirou alzó su cabeza y se puso de rodillas, miró a Romani como si esperase una respuesta―. Dejé morir a todos quienes creyeron en mí, hice cosas horribles con tal de comprar un poco más de tiempo para salvar más vidas, pero al final... ¿por qué no pude sonreír?

―... ―Romani se quedó en silencio y no se movió.

Shirou estaba en un momento de quiebre mayor de lo que pensó.

―Maté a Sakura por la seguridad de los demás, maté a Fujii-nee porque era ella o cien estudiantes, tuve que dejar que Saber muera por el deseo final... y cuando Illya más lo pidió, más sufrió, en vez de seguir con esperanza la ahorqué como me pidió, simplemente no puedo estar cerca de nadie que crea en mí.

― ¿Pero no has salvado incontables vidas desde ese día? ―Romani intentó animar un poco a Shirou.

―Lo he hecho, pero incluso si me sonreían y me miran con admiración, ¿por qué no he sentido aún que he salvado algo? ―Shirou miró a los ojos de Romani y el hombre de pelo naranja se dio cuenta de la mirada que tenía Shirou ahora mismo.

La de que había vuelto de un infierno.

―Has salvado a muchos, incontables vidas.

―Más no las vidas que quería proteger, nunca más escuché a Sakura llamarme "senpai", no volví a oír a Fujii-nee quejarse de ir al trabajo, a Saber sonreír después de comer lo que le preparé... a Illya reír mientras que jugaba con ella, cada momento, cada instante...

―No es necesario que te culpes por eso.

―Siempre me han dicho eso, que eran sacrificios que debían hacerse, ¿pero fueron sacrificios Caren y Rin?, Rin murió solo porque estaba a mí favor incluso hasta el final y a la torre no le gustó, y Caren...

Shirou sonrió de lado, mostrando una mueca.

―Compré un anillo que esperaba poder dárselo algún día, pensé que cuando llegue el momento de que deje la justicia en vida, entonces podría quedarme a su lado al menos un poco de tiempo como ella siempre comentó, ¿sabes?, siempre habló de que quería tener varios hijos y poder armar un coro para cantar en la iglesia.

Shirou movió su antebrazo sobre sus ojos antes de recostar su espalda en una de las máquinas que estaban tras de él.

―Incluso cuando busqué sonreír tanto al final, lo que más extraño son las sonrisas de aquellos que no volverán, Caster... ―Romani abrió los ojos cuando fue llamado de esa forma―, ¿realmente está mal buscar la justicia?

Romani guardó silencio unos segundos mirando a Shirou quien aún estaba con los ojos cubiertos y sin moverse del suelo.

―No, no lo es.

―Entonces... ¿por qué hay tanta sangre?

...

Un nuevo equipo.

Shirou se había preparado para estar solo desde minuto uno ahora que todos lo consideraban muerto.

Miró su reflejo en el vidrío del ascensor y solo pudo quedarse contemplando aquella nueva apariencia que se le había dado.

Como una persona, una unidad de guerra de parte de Chaldea, ahora tenía el uniforme que se había creado para el ejército de uso privado de la instalación.

Un abrigo blanco largo y pesado con el emblema de Chaldea en el pecho era lo que más se podía ver de parte de la vestimenta, las botas negras y pantalones de combate de igual color. Según Romani todos los nuevos soldados tenían este estilo de vestimenta solo que lo único que diferenciaba a él de los demás fue la medalla de Chaldea colgando de su pecho en el lado izquierdo.

La boina negra con visera blanca era solo un medio más, lo que más resaltaba era aquella máscara que no tenía ni una sola muesca o algún lugar donde se pueda dejar ver los ojos o la boca, ni siquiera la elevación de la nariz estaba presente, era simplemente una máscara color negra fina y lisa de la que subían un par de cables dando a entender que de ahí se suministraba el oxígeno.

Era un traje especializado para los ambientes extremos.

Shirou caminó cuando el ascensor se abrió ante él. Miró a los demás miembros que trabajan sin prestarle la más mínima atención, era como si nadie supiera nada sobre lo que pasó con él. En Chaldea incluso se celebró un entierro falso para Shirou Emiya.

Caminó en silencio hasta que llegó a una zona más alejada del resto de la parte principal, fue un lugar donde se enterraban a los miembros de Chaldea que morían de improvisto, normalmente era imposible el sacar un cuerpo del lugar o a veces recuperarlo, era por eso que Marisbury había propuesto esto.

Un galpón con una cúpula de vidrio que era la única protección del lugar ante el gélido entorno, caminó mirando a su alrededor todas las cruces que estaban ornamentadas todas con un colgante que tenía el emblema de Chaldea en ellas.

Un cementerio para gente sin nombre, todos y en medio casi como si estuviera alzado en un pedestal, elevado un par de metros más y en un ataúd de marfil puro fue que vio detrás de aquello en una bandera colgada detrás de este la cresta de los Emiya.

Se sintió raro venir a ver su propia tumba.

Lo que fue más raro fue como había algo que no esperó ver.

Varios de los miembros técnicos, científicos y algunos más, pero principalmente guardias, fueron los que estaban de rodillas rezando ante su ataúd como si fuese alguna especie de ruego a su nombre.

Shirou inclinó la cabeza sin comprender del porque ellos harían tal acción.

― ¿También vienes a dar tus respetos a Emiya-san? ―se detuvo cuando giró su cuello y miró a alguien que no esperó ver.

Mash Kyrielight estaba parado con una sonrisa tenue mientras que lo miraba como si esperase la respuesta.

Shirou mantuvo silencio y solo asintió.

―Veo... todos ellos fueron salvados por Emiya-san en el pasado, todos le tienen un respeto enorme y se niegan a aceptar que él fuese la persona horrible que dicen los medios ―la sonrisa de Mash flaqueó cuando se dio cuenta de que estaba hablando de más―, lo siento yo... solo...

―No hace falta que tengas miedo, está bien, pareces bastante emocionada por hablar de Emiya- san ―Shirou se sintió raro hablando de sí mismo en tercera persona.

Mash sonrió cuando asintió con la cabeza y vio el estandarte de pie con la cresta Emiya dibujada en él.

―Incluso si parecía alguien malo, no es mala persona como la directora ―Mash se tapó la boca de inmediato cuando dijo aquello―, lo siento, los guerreros como tú tienen en un pedestal a la directora, lo siento mucho yo--

―No hace falta que te disculpes.

Una voz calmada y una mano que subió para acariciar el cabello de la joven.

Shirou abrió los ojos ante esa acción.

Fue una costumbre.

Mash no comprendió el gesto al principio, pero sonrió de lado.

―Parece que tampoco eres un senpai, ¿eh? ―ella comentó con un poco de nostalgia―, me dijeron que Emiya-san fue quien estuvo supervisando el proyecto en el que todos los demás murieron menos yo... me cuesta creerlo, él era demasiado amable.

Shirou recordaba haber jugado vagamente con una joven Mash, haber hablado e interactuado, pero no era la Mash que recordaba la que tenía ahora en frente, la Mash que tenía en frente parecía un poco más... tranquila de lo que nunca fue en su presencia a pesar de que cuando él había estado ante ella siempre mostró algo de duda y temor.

― ¿No sientes miedo por él? ―Shirou vio como Mash se detuvo y parecía reflexionar.

―Eso... es algo que ahora me arrepiento completamente, al igual que muchos aquí, sentimos pena por como actuamos en su momento, siempre fue amable a pesar de que nunca lo tratamos como debía ser...

― ¿Y como debía ser tratado? ―la curiosidad no pudo suprimirse en Shirou.

―Como un humano.

Shirou se quedó quieto antes de bufar en diversión, el sonido llamó la atención de Mash quien miró en confusión al hombre.

―Quizá el no quería ser tratado así, quizá él no los veía como un igual a ustedes ―había un leve atisbo de sonrisa bajo la máscara que llevaba.

Mash miró al hombre y no comprendió que fue lo que le causó diversión, tampoco porque mostró ese lado por el nombramiento de Emiya.

― ¿No nos veía como iguales? ―sonó un poco molesta ante ese comentario, Mash no es que tuviera en la mejor estima al principio al hombre, pero ella... había leído sin que Romani supiera una vez más algunos reportes y entre ellos había estado los mensajes que le había enviado Emiya al doctor.

Cosas simples como preguntar por como estaba, si había comido, si ella misma estaba bien, si Olga Marie estaba bien, todo eso solo fue preguntas simples que se le daban a alguien que importaba, Mash sonrió al pensar en lo mal que había tratado al hombre aquellas veces.

Incluso con su comportamiento Shirou había preguntado por su salud en una gran variedad de ocasiones.

―Dudo mucho que él se viera a sí mismo como uno de ustedes ―fue lo que siempre le habían dicho, Shirou solo comentó aquello a modo de prueba. Las facciones de Mash parecían suavizarse antes de sonreír de lado.

―Sí... bueno, creo que eso sí es algo que puedo decir, Emiya-san cuidó de todos menos de él, la directora siempre se quejaba de eso.

― ¿Ma-- ? ―Shirou se interrumpió antes de corregirse―, ¿la directora hablaba mucho de Emiya-san?

Mash dudó un poco ante la forma en que iba a comenzar aquel hombre a su lado, pero lo dejó pasar, quizá para él tanto como ella, hablar de la directora fuera pesado.

―Ella... lo mencionó, probablemente las únicas veces en que la vi sin su ceño fruncido o molesta fue cuando hablaba por los comunicadores con Emiya-san ―Mash miró una vez más el ataúd que estaba en la sala―. Me hace pensar que pasará ahora que él se fue.

― ¿No crees en nada de lo que mencionaron los medios sobre Emiya-san?

Mash sacudió su cabeza antes de sonreír.

―Quizá no fuese una buena persona, pero creo que él era alguien que no haría algo malo ―un pensamiento infantil pero maduro a la vez.

Shirou miró a la joven antes de dar un suspiro, detrás de la máscara no se escuchó nada. Mash solo vio como el hombre dio media vuelta y comenzó a retirarse.

―Supongo que no todo es lo que crees, él... era peor de lo que te imaginas ―Shirou no pudo evitar comentar y dejar a una Mash sorprendida antes de alejarse y salir.

Ya había tenido suficiente.

...

4 de enero del 2013.

Shirou miró la fecha marcada en el calendario antes de dar un suspiro.

Hoy se completaba el cuarto día en que Olga Marie había estado inconsciente. Nadie a parte de él y Romani sabían de la situación actual de Olga Marie, incluso cuando hubo quienes pidieron y solicitaron para una charla con la directora se les negó sin motivo.

Muchos asumieron que fue solo una forma de la directora de decir que ella era quien tomaba las riendas, incluso la reina de la torre había solicitado que Olga Marie diera presencia en la torre, pero se tuvo que negar en una carta y de forma muy poco profesional.

Aquello solo caló un agujero aún mayor entre la relación entre la torre y Chaldea, siendo el principal problema que la reina estaba molesta por ser ignorada por Olga Marie. La torre casi se había dividido en dos facciones después de los sucesos de la guerra que afectó incluso al mundo mágico.

Hubo un reclamo general en la torre ante la división que se había formado, quienes apoyaron el manejo que tuvo Olga Marie en sus días como "la reina" fue visto por algunos como incluso más eficiente que la actual forma y manejo de la actual regente.

Hubo un llamado en el cual se le pedía a Olga Marie jurar ante la reina una vez más para que las disputas no pasaran a mayor, pero al haber rechazado la solicitud de la forma en la que se rechazó.

Los resultados fueron una tensión en la torre que no había desde hace tiempo.

Shirou miró a Olga Marie quien no se había despertado aún, fue algo que Romani le dijo que pasaría, que incluso podría tomar dos semanas antes de que ella pudiera tomar consciencia nuevamente. Todo porque ella había llevado su cuerpo al límite cuando intentó ayudarlo y traerlo de vuelta.

No solo había sacrificado su cuerpo, sino que Olga Marie había dado la gema que era de los Animusphere, un fragmento que ni el mismo Shirou sabía de su funcionamiento más allá de que el mana que tenía desbordaba, pero eso solo se usó para mantener su cuerpo y alma juntos en un estado de no muerte.

Olga Marie había decidido sacrificar todo conocimiento previo de su familia a cambio de que él pudiera volver, no fue un pequeño precio, el taller de la familia que estaba en aquella montaña en Rusia jamás podría volver a ser abierto ahora que la única llave fue drenada y dejada como nada más que un simple adorno como piedra preciosa.

El sonido de los pitidos que eran correspondiente al marca pasos del corazón de Olga Marie fue algo que tranquilizó a Shirou, solo se quedó mirando a la joven que estaba tan quieta, tan pálida y sin vida.

A comparación de la siempre altiva, enérgica y llena de vida Olga Marie que él conocía.

―Podrías usarla ahora que está así ―Shirou alzó un ojo y miró a Caren quien estaba parada al lado de la cama de Olga Marie.

― ¿Por qué estás aquí?

― ¿No es bueno acaso visitarte?

―Ya no estás viva.

―Lo estoy ―Caren caminó y se puso delante de Shirou y puso un dedo sobre el pecho del hombre―, no puedes dejarme ir, a mí ni a las otras, ¿no?

―No puedo dejar que sean olvidadas... ―Shirou admitió en derrota.

―Es por eso que deberías olvidarnos, ¿no ves cómo estás?

...

Romani estaba de pie ante la puerta de la sala en el piso más bajo de la instalación.

La sala donde estaba siendo atendida ahora la directora, Olga Marie. Cuando el hombre iba a pasar la segunda puerta y entrar en la sala la voz de Shirou conversando le hizo ilusión de que Olga Marie había despertado.

No quiso entrar e interrumpir aquel reencuentro.

Pero por más que esperaba la respuesta de Olga Marie, no hubo ninguna.

Tampoco hubo otra voz o algún sonido aparte del que estaba siendo dado por la voz de Shirou. Romani se quedó en silencio y bajó su sonrisa antes de cambiar su expresión y mirar su comunicador de la orden.

Movió unos cuantos puntos y abrió cámaras, cámaras que había puesto para monitorear a Olga Marie.

Miró el video de la cámara de la sala y solo vio a Shirou mirando a un lado de la habitación y hablando como si estuviera respondiendo a alguien más.

Eso no fue bueno.

Sabía que Shirou había estado abusando de aquellos potenciadores que le dio, pero más allá de experimentos menores, no hubo nada confirmado, Olga Marie fue la primera humana en consumir aquellos medicamentos y comprar su eficiencia sin que llegue a ser letal.

Después la otra persona, la persona en la que se había probado una buena parte de las drogas que había en Chaldea fue en el mismo Shirou. Romani había escuchado como algunos magus querían el cuerpo de Shirou cuando se lo llevaron para la autopsia y la comprobación del deceso del hombre.

El cuerpo de Shirou era una maravilla para la experimentación con alquimia. Un cuerpo resistente a casi todo, una regeneración mayor a la normal incluso sin nada más, un aguante al dolor absurdo y un físico que le permitía ser sometido a casi todo.

Emiya Shirou fue todo lo que un magus podría desear para probar todo tipo de medicina o droga.

Fue algo que el propio Marisbury y Shirou habían estado de acuerdo, que antes de que alguna droga fuera probada en algún humano, tenía que ser probada en él de primera mano, aquello había dado al joven una sola cosa...

Dolor.

Romani sabía que la situación del cuerpo de Shirou, por más excelente que fuese, no era perfecta, y al ver como este hablaba tan amenamente solo como si realmente estuviera hablando con otras personas es que en este punto se dio cuenta de que Shirou había rebasado un límite hace mucho tiempo.

Un límite que le impedía seguir probando más y más componentes, pero de igual forma siguió, y ahora mismo posiblemente esta era una secuela de lo que podría haberle sucedido a Shirou después de todos esos estimulantes y drogas.

Incluso con el físico humano perfecto que había llevado Emiya, con el cuerpo humano al límite de lo absurdo.

Incluso de esa forma había ciertas cosas que no podían ser restauradas. Romani maldijo antes de bajar en rendición la tableta y se quedó con la cabeza apoyada contra la puerta de la sala de Olga Marie.

No supo cuando identificar que Shirou había caído tanto y cuando había llegado a este punto, pero ahora solo quedaba una cosa y era el querer pensar que podía arreglarlo, incluso si el resultado parecía de esta forma.

No podría ser tan grave, ¿verdad?

...

―Una vez más el director se queda tras de escena ―Lorei se cruzó de brazos mientras que miraba la persona ante ella.

Luvia Edelfelt.

―Ara, parece que tiene un poco de furia contenida ―la voz de Luvia fue suave mientras que se reía y tapaba la boca con suavidad.

―Cuida como te comportas, incluso con el estatus que has ganado ahora no eres nada más que reemplazable.

―Creí que el director de Chaldea era quien tenía la decisión final sobre mi posición.

Una sonrisa suave pero llena de malicia, Lorei vio a aquella serpiente en la que se había convertido la cabeza de familia de los Edelfelt.

―No menciones a quien se atreve a faltar el respeto de esa forma como si fuese alguien a quien admirar ―Lorei Barthomeloi no estaba feliz con los resultados de la guerra, ella como vicedirectora de la torre había sido criticada por primera vez en su vida en su mandato de la torre.

¿Cómo se creían capaces esos tontos en creer que podían cuestionarla a ella?, Lorei frunció el ceño ante el simple pensamiento de aquello, de entre todas las cosas que habían pasado a lo largo del año, el que Olga Marie hubiera tenido una aprobación para ir incluso más lejos de lo que ella fue siendo ascendida como incluso directora de la torre, y ella solo quedando como un relevo.

Fue un golpe a su orgullo que no le gustó en lo absoluto. Ahora con lo que había pasado todos empezaron a alzar la voz y cuestionar sobre su mandato, si ella realmente estaba bien en su puesto siendo que Olga Marie, la cabeza de familia Animusphere había logrado algo que ella no pudo en tan solo el lapso de un par de semanas.

El finalizar todo conflicto y un estado de paz entre la iglesia por un periodo que aún seguía extendido, muchos decían que bajo el mando de Animusphere se podría llegar a un nuevo nivel de magecraft.

Todos los reacios hacia la ciencia ahora estaban algo intrigados por el avance que habían tenido los humanos no iluminados, pasaron de ver a aquel cúmulo de personas como nada más que sacos que no valían su tiempo a personas que podían ser dañinas si es que se les daba tiempo.

El asesino de magus lo había demostrado de primera mano hace años, pero su hijo había llevado las cosas al extremo volando a tantos magos importantes y haciendo que la guerra cierre por completo a la torre aislándola de una forma en la que nunca se podría haber imaginado.

El mundo había cambiado y solo ellos se habían quedado iguales a pesar de los años.

Lorelei ahora estaba viendo a Luvia quien había sido la última persona con la que la directora de Chaldea había entablado comunicaciones, sino también fue la única persona que Olga Marie había buscado de manera personal para poder hablar.

Fue insultante para ella el ver como alguien que consideró inferior a ella en tantos sentidos tenía incluso más respeto que ella de la nada a la hora de dirigir la torre. La división que se había formado no había pasado a mucho aún, pero si la negativa de Olga Marie seguía a presentarse en los próximos días era probable que la mayoría vea eso como un signo de que ella estaba desafiando su autoridad.

―No importa, ¿puedes contactarme con ella o no? ―no fue una pregunta como tal, más una exigencia que había salido de Lorei.

―Oh, puedo, pero parece ser que ella no se presentará en persona en las próximas semanas, mandaron un mensaje cuando me solicitó que intervenga en su nombre que enviarían a algunos funcionarios para--

La taza de té que había tenido Lorei en su mano salió volando al lado de la cabeza de Luvia haciendo que la sonrisa de la mujer rubia flaqueara de manera momentánea.

― ¿Es esta una clase de broma? ―Lorei miró a Luvia quien estaba en silencio―, ¿realmente tiene el descaro de enviar a alguien más a mí?

―Ella... mencionó que las personas que vendrán explicarán la situación ―Luvia cuidó sus palabras. Era sabido que el temperamento de la "reina" de la torre era mucho más problemático que antes, desde que Olga Marie había asumido de manera momentánea el mando de Chaldea y la verdad que se había dado de su administración "más deficiente que la falsa reina", fue el punto en el que el humor y el estado de ánimo de Lorei mostrara molestia.

Para la mujer aquellas palabras de duda hacia su persona eran directamente un insulto a su familia.

―Bien, jugaré a su juego por esta vez, pero si la explicación no es lo que espero, entonces primero serás tú en perder la cabeza, luego los perros de Animusphere.

Luvia sonrió de lado e inclinó la cabeza.

―No se preocupe, las cosas se resolverán una vez que puedan comunicarse.

Lorei entrecerró los ojos ante la confianza repentina de Luvia.

Todo sobre esta situación no le gustó.

...

―Has estado viendo casi sin parar esa pantalla, ¿algo que quieras compartir? ―Shirou alzó la cabeza del monitor y miró a Romani quien estaba con dos tazas de café humeantes en mano.

―No... yo solo... ―Shirou dejó que el hombre se acerque y mirase la pantalla.

―No pensé que fueras de los que se buscarían a sí mismos.

― ¿Por qué no me han borrado? ―la pregunta de Shirou fue con duda mientras que miraba la foto que habían tomado de aquel momento.

El momento en el que fue colgado.

―Los humanos con la tecnología son bastantes molestos, ¿sabes?, una persona puede poseer una imagen y al siguiente segundo con el desarrollo de la comunicación que se dio ahora todo el mundo puede tener esa imagen, una se convierte en mil y mil en un millón, esa imagen, tiene casi noventa millones de vistas.

―No deberían aclamarme he visto los comentarios, videos de personas y testimonios, ¿por qué siguen defendiéndome? ―Romani suspiró ante la pregunta de Shirou. Solo extendió la taza a su lado y miró al hombre que estaba atento a la información.

Estaban en el último piso, el lugar más bajo de Chaldea, solo Shirou, Romani y Olga Marie podían tener acceso, pero ahora mismo la última persona estaba en cama en este mismo piso. Aquella fue la única razón por la cual Shirou podía estar sin la máscara y tranquilo.

― ¿A cuantas personas crees que has salvado con el tiempo?

―...

―Muchas, ¿no? ―Romani sonrió viendo como Shirou bajó la mirada―, anímate, es bueno que haya quienes piensen en ti y te recuerden como una ayuda.

― ¿Por qué entonces hacer algo como esto? ―Shirou movió el ratón de la computadora y cambió a otra pestaña.

La sonrisa de Romani desapareció.

Vio una foto de un grupo de personas que estaban con las armas en alto y apuntando al aire, aquello fue lo de menos, la bandera que tenían de fondo, una roja con dos espadas cruzadas, una blanca y negra impresa en la bandera.

―Se hacen llamar libertadores, portadores de la verdad, se hacen llamar personas que yo elegí ―Shirou miró la imagen y solo pudo ver sus manos―, a pesar de haberlos salvado, se convirtieron en eso, terroristas que matan.

―Shirou...

― ¿Y si todo es así? ―Shirou miró la foto una vez más―, ¿y si cada persona qué he salvado es peor de la que he asesinado?

―No puedes adivinar como sería la naturaleza de cada humano ―Romani vio como los ojos de Shirou temblaron intentando sostener la mirada en la noticia que tenía en frente. Shirou se rindió poco después y se cubrió el rostro con las manos.

― ¿Es esto todo lo que he logrado con mí vida y los sacrificios que he dado? ―Shirou no supo cómo sentirse.

Realmente... lo había intentado tanto y se esforzó mucho más...

¿Por qué la fortuna no podía sonreírle al menos una vez?

―No es tú culpa, cada vida después de ser salvada tiene que ser vivida ―Romani puso una mano en el hombro de Shirou y esperó que se tranquilice un poco. Romani miró como aquella flameante resolución de salvar a todos se había transformado en esto.

Una cáscara que intentó algo que estaba más allá de lo que creía.

― ¿No pueden amarse todos los humanos?

―Es algo complicado.

― ¿Por qué todos se odian cuando pueden ser felices?

―El caos es algo que predomina en el pensamiento humano.

― ¿Realmente alguna vez podré sonreír como él? ―Romani abrió la boca intentando decir algo, él sabía lo que decía Shirou y sobre que hablaba.

Si alguna vez su deseo podría llenarlo para poder dar aquella sonrisa que tanto anhelaba dar y ver.

Una sonrisa de salvación completa, un llanto de alegría y un sentimiento de regocijo completo ante el logro que tanto había deseado.

―Eso depende de ti, pero siendo tú, sé que lo lograrás ―la sonrisa de Romani no fue vista por Shirou, solo quedó aquel tono optimista del hombre, pero fue ignorado al final.

―Deseo que Marie esté despierta, ella me hubiera respondido ―Shirou no levantó su rostro en ningún momento.

―Su cuerpo está mejorando rápidamente, en una semana podrá despertar.

―Marie se esforzó tanto y yo...

―Tú hiciste más que todos, hiciste algo imposible y obraste un milagro con la guerra por como fue su curso, no tienes que ser cruel contigo mismo, no hay necesidad de menospreciar tus logros.

― ¿Pero fue algo que realmente valió la pena?

Silencio.

Romani no respondió.

Shirou solo se quedó callado entendiendo el silencio dado por el hombre.

Lo sabía.

Sabía la respuesta.

No quería pensarla y mucho menos escucharla, pero de igual manera había preguntado.

¿Era ese un pecado por lo que había hecho hasta ahora?

Por un momento Shirou deseó nunca haber vuelto a abrir los ojos.

...

Lorei se quedó quieta con los brazos cruzados viendo la sala de reuniones que se había preparado, una sala amplia, bastante grande y bien ordenada.

Los enviados de Olga Marie vendrían en cualquier momento.

Fue frustrante para Lorei, como incluso ella fue la que necesitaba esperar a los demás. Los señores de la torre a su lado la miraron con curiosidad ante su doblegamiento por las condiciones que había impuesto Olga Marie.

La odiaba.

Una persona dando un anuncio y la entrada de siete personas vestidas con uniformes negros, abrigos largos color negro y máscaras sin muescas, un simple color negro acompañado de una boina blanca de visera negra.

Era obvio que el representante principal era el que tenía la medalla de Chaldea en su pecho.

―Saludos, señora Barthomeloi ―los siete recién se arrodillaron antes de ingresar en la sala y quedarse parados, ninguno tomó asiento.

Lorei entrecerró los ojos cuando vio como seis de los siete se quedaron a los lados de la entrada de la sala como si esperasen. El que tenía la medalla y el que había entrado con los brazos en la espalda en signo de desafío fue el que más molestó a Lorei.

―Estuve esperando por cuatro minutos y nueve segundos su llegada retrasada ―Lorei se puso de pie y miró al grupo que tenía en frente. Su fusta fue tomada de la mesa y llevada a su mano.

―Nos disculpamos por tal escenario ―el hombre frente a ella hizo una reverencia y puso una mano en su pecho―, nuestra maestra desea que le demos noticia a solas.

Lorei sintió como su sangre hirvió.

Aquella actitud tan frívola y sin sentido fue todo lo que necesitó para levantar su fusta y el viento llenó el lugar. Un movimiento instantáneo, apuntó directamente a la cabeza del hombre frente a ella con un ataque fuerte directo a matar.

Había tenido suficiente de la falta de respeto de Olga Marie y su juego de poder sin sentido.

El viento se arremolinó y el impacto resonó con fuerza, los ojos de Lorei se abrieron al ver algo que no creyó, la mano del hombre frente a ella extendida tomando la fusta por el cordón, la sangre cayó de la mano y le fue posible ver todo el brazo del hombre, el abrigo había volado dejando solo el brazo desnudo.

Líneas de refuerzos junto con metal pesado que habían sido partes de la armadura que había llevado debajo de aquel traje y guantes, todo el brazo derecho del hombre estaba a la vista y el metal, acero negro, estaba en el suelo quebrado y fragmentado.

―Perdón por la rudeza, pero una vez que la situación sea explicada verá que nuestra maestra no desea faltarle en lo más mínimo al respeto ―Shirou sintió su brazo arder.

Ese golpe pensó que iba a volarle la mano cuando lo recibió. El impacto no fue para menos, la fuerza del golpe que había sido generado por la mujer en ese instante fue algo que no pensó que hubiera sido dado con tal poder.

Lorei genuinamente estaba sorprendida porque su ataque fue detenido, incluso con daños, fue algo que fue repelido.

―Bien, escucharé que tienes que decir ―Lorei se cruzó de brazos e hizo un gesto para que todos los que habían estado en la sala salieran.

Shirou hizo lo mismo, con un gesto todos salieron.

A los pocos segundos las puertas se habían cerrado y el desastre de la habitación ante un solo revés de la fusta de Lorei era más que evidente. La mujer caminó hasta su silla y se sentó como si todo lo que hubiera pasado no fuese nada.

―Ahora te escucho.

―Gracias por su amabilidad de--

―Corta todo eso ahora, dime porque ella reniega de mí llamado.

―No está en condiciones para poder salir ahora mismo, supongo que como vicedirectora y alguien de tan alto grado sabe lo que me refiero.

― Oh, interesante ―Lorei no creyó lo que dijo el hombre―. ¿Cómo fue?

―Envenenamiento.

No fue una mentira de Shirou decir eso, puesto que Olga Marie había sufrido un envenenamiento por los estimulantes y drogas que usó para poder seguir el ritmo de aquel entonces.

― ¿Es tan deficiente tú seguridad que dejas que tú maestro sea envenenado? ―Lorelei perdió el interés pero volvió a mirar el brazo de aquella figura con máscara ante ella―, incluso si tus capacidades son buenas, sigues siendo un inútil en todo caso.

Shirou quiso apretar los puños, contradecir cualquier cosa y decir algo, pero lo tragó y lo guardó dentro de sí, no había razón para mostrar un despliegue de emociones de forma incensario. ¿Cuándo fue necesario de todos modos?

―Ya veo, entonces tú silencio me dice que sabes tú error, toma mí ataque como un castigo más por ser alguien deficiente ―Lorei suspiró después de terminar eso.

―Se lo agradezco ―Shirou sintió algo que no sabía que era, una sensación de algo naciendo su estómago, como si quisiera vomitar y moverse, como queriendo golpear algo...

¿Era esto ira?

Lorei bufó ante la vista del hombre ante ella. Solo era una marioneta más del montón a sus ojos, después de todo alguien que agradece después de recibir tal insulto es simplemente un perro que obedece sin libertad.

De igual forma era un desperdicio que alguien con tan buena actitud física fuera nada más que un simple guardia para Olga Marie, pero quizá eso era lo mejor, dejar que su maestro caiga enfermo es algo que se pagaría con la muerte.

Lorelei miró casi con asco al hombre ante ella y supo que no necesitaba ni siquiera conocer su nombre, no necesitaba recordar a basura que moriría en cualquier momento por su ineptitud.

―Puedes irte si eso es todo lo que vas a decir, hablaré para que esto de las "dos facciones" quede enterrado de una vez, no necesitas nada más si no informarás algo extra, vete.

―Gracias por su tiempo, señora Barthomeloi ―una reverencia fue dada por el hombre antes de salir, la sangre iba cayendo de la mano del hombre que había detenido su ataque.

Lorei entrecerró los ojos y pensó en las personas que podrían haber hecho tal proeza con las manos así y salir casi indemnes de su ataque.

De entre todos solo le vino algunos ejecutores y por supuesto... Emiya Shirou. Lorei apretó la madera del reposabrazos de su silla y la astilló ante su agarre.

El mundo estaba mejor con alguien como Emiya Shirou muerto.

...

Un tacto cálido y unas voces que reconocía.

Olga Marie abrió los ojos con cuidado giró su cabeza viendo borroso a la persona que estaba a su lado. Poco a poco el sonido de los pitidos continuos sonó y llenaron su cabeza.

―Donde... ―Olga Marie intentó hablar, pero sintió su boca seca, la máscara de oxigeno estaba en su rostro y su respiración era más que visible dentro de esta. Sintió algo cálido cuando su mano derecha fue tomada y volvió a subir la mirada para ver quien le había tomado la mano.

Un sentimiento de angustia llegó en la mujer cuando pensó en lo último que podía recordar cuando cerró los ojos.

La mirada de Shirou desesperada hacia ella.

―Volviste ―fue una voz casi como un llanto, pero no había lágrimas.

Olga Marie miró a la persona quien sostenía su mano con cuidado, como si apretarla un poco pudiera romperla.

Una leve sonrisa se formó en el rostro de Olga Marie al ver a aquel idiota de cabello blanco y tez morena.

―Idiota... ―Olga Marie no pudo evitar sonreír al ver como Shirou estaba así por ella.

El sentimiento de molestia desapareció y solo la felicidad llenó su mente en aquel momento.

―Estoy... feliz ―Shirou habló más no sabía cómo expresarlo, no sabía si esas eran las palabras correctas, no sabía que estaba sintiendo en aquel instante en que Romani le dijo que parecía que Olga Marie había empezado a recobrar su consciencia.

La mano de Olga Marie subió y acarició con cuidado el cabello y la mejilla del hombre. Shirou se quedó en silencio y con los ojos abiertos ante el tacto suave y cálido de la mano de la mujer que lo miraba como...

Si hubiera sido salvada.

Esa sonrisa.

―No quiero morir.

La última cosa que el impostor había dicho y el reflejo de Olga Marie ante él ahora.

Ah... Shirou sintió como si algo tomara sentido, como si alguna pieza se hubiera acoplado a su engranaje totalmente roto y que no giraba.

―Idiota... ¿crees que te dejaría morir? ―Shirou sintió un nudo en su garganta ante las palabras de Olga Marie.

Algo caliente en su pecho, un sentimiento de querer vomitar por algo subiendo en su garganta, incomodidad ante todo lo que estaba pasando, los ojos de Shirou empezaron a picar y ponerse rojos.

¿Por qué ella se negaba tanto a dejarlo ir?

¿Por qué ella se negó tanto a querer estar a su lado a pesar de saber de primera mano el monstruo que era?

Esos pensamientos no dejaron de repetirse en la cabeza de Shirou, no entendía porque le dolía tanto el pecho y los ojos le picaban tanto. Alzó la cabeza y vio a Romani quien estaba sonriendo felizmente de igual manera.

¿Era eso lo que debía hacer?, Shirou pensó en eso, ¿debería sonreír?

La pregunta se formó viendo la sonrisa de Romani.

Romani se quedó al margen de la situación y solo miró con sorpresa las cosas desde un poco de distancia. Iba a dejar que este reencuentro se diera con felicidad y la tranquilidad que se merecía.

― ¿No vas a decir nada idiota? ―la voz de Olga Marie sonó un poco más alegre y más enérgica, la máscara seguía funcionando dándole oxígeno, pero la mujer solo sonreía más ampliamente.

Gotas empezaron a caer en la cama de Olga Marie. Shirou miró las gotas que caían y no entendió de donde, llevó una mano a su rostro y tocó las lágrimas que estaban cayendo, Shirou no entendió, ¿por qué él estaba llorando?

―Yo...

Shirou parecía perdido ante el tacto de Olga Marie y como ella acariciaba su mejilla con suavidad y afecto.

―No dejaría ir al idiota que amo después de todo ―una confesión con una sonrisa, una risa amena a pesar de su condición.

Shirou solo se quedó en silencio unos segundos viendo la sonrisa tan impía y pura de Olga Marie.

La sonrisa que tanto buscó.

― ¿Por qué?, ¿por qué alguien como yo? ―lágrimas cayeron del rostro de Shirou.

No entendía, no comprendía nada.

¿Estaba feliz o estaba triste?

¿Por qué lloraba?

El ver a Olga Marie sonriendo fue lo único que le dio paz en todo este tiempo que había pasado, era lo que había estado buscando, lo había estado esperando toda su vida.

Una vista de una persona que salvó y que le devolvió la sonrisa con el sentimiento más puro posible.

― ¿Te volviste más idiota luego de que te colgaran? ―el humor de Olga Marie no varió incluso en su estado, ella miró a Shirou y sonrió cuando lo vio llorar.

Estaba feliz de que estuviera llorando por ella, estaba más que alegre de que sintiera algo por ella y estaba más que alegre de que Shirou se sonrojara por sus palabras.

― ¿No somos ambos monstruos? ―Olga Marie le sonrió y Shirou bajó su cabeza contra el colchón de la cama de Olga Marie haciendo que la mujer mirase con sorpresa como el hombre había bajado su cabeza.

Las leves arcadas y el llanto comenzaron a salir de Shirou poco después.

―No eres un monstruo yo...

―Entonces no te llames así, incluso si todos te ven como algo malo, sigues y seguirás siendo mí héroe ―sinceridad y elocuencia.

Una voz suave y llena de calma.

Paz.

Olga Marie se sintió bien al poder decir aquello. Miró a Shirou quien estaba llorando, parecía que estaba derramando las lágrimas que nunca soltó y su voz se elevó de apoco.

Olga Marie acarició con cuidado a Shirou antes de sentarse y poner su cabeza sobre la de Shirou intentando reconfortarlo. Shirou había tomado su mano y solo se limitó a dejar salir algo que no sabía.

No entendía.

¿Qué estaba haciendo?

¿Por qué se sintió bien el poder hacer algo tan innecesario como llorar?, no tenía sentido para Shirou, pero ahora nada más cruzó su cabeza.

Solo disfrutó del tacto y la compañía de Olga Marie.

No sé sintió en lo absoluto como si hubiera salvado a Olga Marie en algún momento. Shirou después de ver aquella sonrisa solo pudo sentir algo, algo que estuvo buscando tanto y esforzándose casi sin descanso.

Se sintió bien.

Se sintió tranquilo.

Se sintió amado.

―Llora todo lo que quieras, aquí estaré ―Shirou solo escuchaba las palabras de Olga Marie, no miró a los ojos de la mujer y el leve atisbo de brillo color oro en estos, la sonrisa enorme y el cariño a pesar de estar presente mostró una mueca algo torcida en aquella sonrisa.

Olga Marie habló una vez más con un tono dulce y armonioso que solo encantó más a Shirou incluso si él no supiera lo que pasaba o lo sentía, se sintió bien al escuchar aquellas palabras.

―Estaré aquí para ti al igual que tú lo estarás para mí...

...