Al otro lado del reloj de comunicaciones tácticas, el jefe, Hong, se quedó en silencio por un momento, y luego no pudo evitar preguntar: —¿Dijiste que Lu Ya Feng mató a Li Yao?
—Sí, jefe.
Liu también estaba extremadamente confundido. Luo Feng podía controlar dieciséis armas pequeñas y el hecho de que un lector espiritual dios de guerra de nivel avanzado fuera comparable a un luchador nivel representante podía ser aceptado por ellos. Pero no importaba lo poderoso que fuera, ¿matar a un representante? Eso era hablar en sueños. Si no lo hubiese visto por sí mismo, Liu nunca lo creería.
—Jefe, estoy seguro de que lo vi. Luo Feng transformó la lanzadera voladora en una luz dorada que atravesó a Li Yao y lo mató—dijo Liu He.
—¿Una lanzadera voladora? ¿Luz dorada?
Al otro lado del reloj de comunicaciones tácticas, Hong se quedó en silencio por un momento y luego ordenó: —Liu He, trae a Luo Feng de vuelta al cuartel general de inmediato.
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