Bai Xiao estaba navegando en línea. Golpeó el ratón sobre la mesa y miró fijamente a Jiang Luoli.
Zhang Yuwei estaba de su lado y dijo fríamente
—Jiang Luoli, ¿nos estabas insultando indirectamente a Bai Xiao y a mí? Será mejor que te expliques. ¿A quién estás llamando sinvergüenza?
—¿Qué pasa, me estás buscando pelea? —Jiang Luoli siempre había sido el tipo de persona alegre y despreocupada que apenas temía a alguien. Se burló de Bai Xiao—. Ni siquiera mencioné sus nombres una vez. ¿Por qué ambas se ponen tan sensibles y piensan que me refiero a ustedes? ¿O acaso sin querer di en el clavo, destrozando sus frágiles corazones?
—No mencionaste una maldita palabra, pero ¿crees que somos tan tontas como para no saber a qué te refieres? —Bai Xiao apretó los dientes—. No eres más que una lacaya, ¿qué derecho tienes tú para hablar así de nosotras? Pase lo que pase, somos cien veces mejores que una lacaya como tú.
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