Reth la atrajo hacia su pecho y le contó todo. Todo sobre los lobos. Sobre Suhle. Sobre Lerrin. Sobre lo cerca que todo había estado. Su agarre en él se hacía más y más fuerte con cada palabra.
Luego le contó sobre el desafío.
Ella se apartó de su pecho y encontró sus ojos, los suyos grandes y preocupados, sus lágrimas amenazando con aparecer de nuevo.
—¿Por qué? ¿Por qué aceptarías eso? ¿Por qué querría eso el Creador? —preguntó ella.
—Porque es la verdad, Elia. Es la forma en que fueron creados los Anima. Seguimos al más fuerte, al mejor protector, al que puede mantener seguros a más —explicó él.
—Pero… pero si él hace trampa.
—Si hace trampa será bajo los ojos de cada Anima en el WildWood. Todos lo sabrán. Nadie se someterá al Alfa que robó el trono. Él lo sabe. Él ha… él se ha sometido verdaderamente al mejor curso, Elia. Debe querer realmente ver a su gente a salvo. De esta manera, mucho más que en guerra, él es responsable —continuó Reth.
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