En un abrir y cerrar de ojos, la hoja de Gavriel estaba justo frente al rostro de Thundran. El fae oscuro saltó hacia atrás, pero en el momento en que aterrizó en la cabeza del dragón, la sangre brotó de su frente como si saliera de un chorro. ¡El príncipe vampiro le había infligido una herida de un movimiento tan rápido!
La sonrisa altiva en el rostro de Thundran finalmente se había esfumado. Su rostro se mostraba desfigurado por la desgracia y la ira, como si no pudiera aceptar que un vampiro le hubiera causado una herida. Mucho menos un vampiro más joven que ni siquiera tenía la mitad de su edad.
―Escúchame, ¡cobarde! ―tronó la voz de Gavriel, sus ojos ardían de pura sed de sangre―. ¡Nunca tendrás a ninguno de los dos... especialmente a ella! Te haré morir antes de que puedas tocar un solo cabello de su cabeza.
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