—¿Cuántos calculas que son?
—Miles... decenas de miles, Vuestra Majestad.
Los ojos de Beatriz se agrandaron. Esa cantidad... ¿cómo en las Tierras Bajas pudo emerger tal número en tan solo ese corto periodo de tiempo? ¿Cómo podría ser eso posible? ¿Estaban hablando acaso del mismo abismo?
Hace unas horas, el abismo había pulsado, y los monstruos comenzaron a salir de él. El número ya se había duplicado a lo usual - unos cientos. ¿Y ahora, esta segunda pulsación expulsó decenas de miles aunque solo duró unos breves momentos?
—Grandes y pequeños —añadió Alvion—. Y en unos momentos desde ahora, alcanzarán las barreras de nuestro campamento y chocarán con nuestros soldados.
Los ojos azules de Belial brillaban peligrosamente. Esa mirada significaba nada más que guerra.
—Prepara a todos, Alvion. No vamos a dejar que ninguno de estos monstruos alcance alguna de nuestras ciudades —declaró y Alvion se inclinó profundamente antes de desaparecer en humo.
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