Las orillas del lago de cristal que antes estaban llenas de mujeres sentadas juntas, charlando y niños corriendo ruidosamente persiguiéndose unos a otros, ahora estaban vacías. No veían ni una sola sombra de su compañía. Las mujeres, los niños… ya no había nadie. Era tan silencioso como la muerte.
El corazón de Evie se llenó de inmediato de temor mientras miraba frenéticamente a su alrededor, rezando para que sus ojos simplemente la estuvieran engañando. O mejor aún, ellos eran los que la estaban engañando. Tal vez los habían visto venir y estaban escondidos en algún lugar antes de saltar de su escondite para darles una sorpresa. Evie solo podía esperar desesperadamente que ese fuera el caso, pero su corazón ya palpitaba con un ritmo inquieto. Algo estaba mal aquí. ¿Dónde están? ¿Qué demonios había pasado aquí?
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