De repente, el mundo pareció volverse espeluznantemente silencioso mientras todos miraban a su alrededor en busca de la fuente de esa siniestra voz que emanaba nada más que peligro y autoridad. Más aún, estaban curiosos de quién era esa persona que podía gritar y amenazarlos fácilmente con la vida de su propio emperador.
Todos se quedaron helados de la sorpresa, excepto Evie, que sintió cómo la horrible tensión en su cuerpo desaparecía de inmediato. ¿Cómo? ¿Cómo podía ser que él ya estuviera de vuelta? Y lo más curioso era que no aparecía de las murallas o las puertas... ¿sino del castillo?
Evie sintió que su corazón se aceleraba, pero no era por miedo ni por temor en esta ocasión. No podía creer que volvería a escuchar su voz tan pronto, aunque en ese momento sonara como la muerte recalentada. No pudo evitar soltar una pequeña risita entonces, atribuyéndolo tanto al agotamiento y al estrés de la persecución como al inesperado alivio que llegó en el momento adecuado.
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