—En efecto, es un hombre poco común y prodigioso. Qué bonito sería si pudiera acompañarlo a su lado —murmuró para sí la Líder de la Raza del Conejo.
Todos los seres de las miles de razas a su alrededor la miraron con una expresión de extrañeza. Y pensar que la Líder de la Raza del Conejo, alguien con tanta lealtad consigo misma, también tendría sus momentos de enamoramiento.
—¿Qué estáis mirando? ¿No habéis visto jamás una chica hermosa? —La Líder de la Raza del Conejo ladró a la multitud con una breve mofa. Su cara menuda estaba roja de vergüenza.
...
Lin Fan se fue con mucha elegancia. Esa gracia suya fue siempre deslumbrante para todos. Para los seres de las miles de razas, su espalda era demasiado afable.
No obstante, Lin Fan estaba corriendo a toda prisa en ese momento.
¡Si no empezara a correr, sería un estúpido!
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