Neveah miró fijamente la entrada de la cueva de Xenon con el entrecejo fruncido; no hizo ningún intento por averiguar qué era el sonido de golpeteos hasta que éste sonó otra vez y Neveah echó un vistazo al pasillo por donde había pasado Xenon.
Neveah no estaba segura de qué estaba haciendo Xenon allí abajo ni cuánto tiempo tardaría, tampoco se atrevía a seguirlo; no estaba segura de cuánta libertad tenía permitida en la cueva de Xenon.
A pesar de la calma presente de Xenon, Neveah todavía recordaba claramente la advertencia de Davina: el Señor Xenon no era alguien a quien pudiera arriesgarse a ofender.
Cuando el sonido de los golpeteos llegó por tercera vez y Xenon aún no había salido, Neveah frunció ligeramente el ceño y dejó a un lado su libro.
Estaba segura de que el sonido de los golpeteos no eran causados por el viento, aunque no podía decir qué era; así que se levantó y se dirigió hacia la entrada de la cueva.
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