Un gruñido bajo emanó del dragón negro ante las palabras de Neveah, mostrando sus mortíferos dientes al parpadear con la luz más clara.
Neveah tembló visiblemente, la respiración agitada de Xenon y sus ojos entrecerrados eran prueba suficiente de que el dragón de escamas negras estaba alterado.
Quizás un saludo casual no era la mejor manera de empezar esta conversación.
—Saludos, Mi Señor —la expresión de Neveah cambió instantáneamente, volviendo a la cortesía.
Ella bajó ligeramente la cabeza en un gesto de respeto, lo suficiente para mostrar que se inclinaba, pero no tanto como para estar en contacto con Xenon.
—He venido con la intención de hablar contigo —comenzó Neveah, echando una mirada a Xenon, quien la observaba en silencio con los ojos entrecerrados.
—Aunque, debo admitir que este no parece el momento más adecuado... para hablar —continuó Neveah.
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