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Capítulo 3: Resolución

Parte 1

Alistair y Ana se encontraban caminando por el bosque recuperándose de sus heridas.

Alistair se detuvo de golpe y hablo.

- Oye, Ana, exactamente ¿qué fue lo que paso'

- ¿De qué?

- Cuando estuve inconsciente, durante el ataque del hombre misterioso.

- Ah, eso…

Alistair pudo notar una mirada sombría que contrastaba totalmente con su tono de desinterés al momento de responder.

- Debes de saberlo, pero este reino esta corrupto, no tiene salvación…

- Pero, algo se puede hacer, yo cambiare eso.

- ¿Estás seguro?

- …

- ¿Estás seguro que puedes combatir la oscuridad que envuelve el reino de la lluvia?

- Yo… no lo sé.

- Tu solo sabes hablar, pero realmente no tienes ideales tan fuertes, dices que quieres cambiar el país desde dentro, pero ¿Cómo piensas hacer eso exactamente? Un reino no se cambia con palabras bonitas, se cambian con acciones, y poder.

Alistair solo podía apretar su puño porque lo que decía Ana era verdad, pero aun así, Ana tenía una mirada de tristeza mientras hablaba, y eso, Alistair también lo pudo notar.

- Si no tienes el poder para cambiar un país, ¡entonces no digas que lo harás! ¡Eso es sumamente arrogante!

- Lo hare.

- ¿Qué? Como puedes decir eso…

- En este momento no tengo el poder para cambiar un país, sé que es muy arrogante, pero lo conseguiré, conseguiré un poder inigualable.

- Tu…

Ana también pudo darse cuenta de algo, al inicio talvez era optimismo, pero poco a poco mientras avanzaba su discurso, pudo darse cuenta que las palabras de Alistair no eran las palabras de alguien que quería ayudar a las personas, y lo siguiente que dijo lo confirmo.

- Quiero un poder tan grande, que al cambiar este país, el simple hecho de oponerse a mí, sea algo impensable, una locura absoluta.

El lugar estaba en silencio y las hojas solo caían de los arboles lentamente.

Ana solo guardo silencio, desvió la mirada de Alistair y siguió caminando hacia el frente. Alistair no parecía estar consciente de lo que había dicho, simplemente puso una mirada confusa y siguió a Ana.

Parte 2

El grupo conformado por Kenric, Gabriel, Daniela, Erica y Ririna se dirigían nuevamente hacia el castillo por una razón muy simple.

Galileo y Egil.

Eran un par de prisioneros que venían del reino de espinas, eran criminales de guerra que llevaban en los calabozos del reino de la lluvia al menos unos 10 años.

El hombre delgado llamado Galileo, hablo.

- ¿Están seguros que esto es lo que quieren?

- …

- …

- …

- …

- …

- Ya saben, podemos tener información muy comprometedora, que quizás el patriarca no quiere que unos simples reclutas como ustedes sepan. Información confidencial.

Daniela y Erica estaban confundidas, pero por otro lado, Ririna, Gabriel y Kenric tenían una mirada muy seria. Si lo que decían ese par de criminales era cierto, entonces este entrenamiento en el bosque ya había pasado a segundo plano. ¿Pero si estaban mintiendo y no tenían ninguna información relevante?

Kenric se acercó a los dos prisioneros y hablo con determinación.

- Hablen, díganos lo que saben y pensaremos si entregarlos al reino de la lluvia o liberarlos, vivir o morir, la decisión es suya.

Inmediatamente Daniela interrumpió a Kenric.

- Oye, no creo que debamos hacer eso, simplemente entreguémoslos.

- ¿Realmente crees que la situación es tan simple?

Daniela simplemente se encogió de hombros ante la pregunta de Kenric.

- Un trato.

El hombre llamado Egil hablo.

- Hagamos un trato.

- ¿Y qué clase de trato seria?

- Algo muy simple.

Egil solo sonreía mientras seguía hablando.

- Guíenos por este hacia el oeste hasta llegar a la frontera con el reino del desierto, de ahí en más nos la apañaremos nosotros.

Kenric agarro del cuello a Egil y lo levanto ligeramente para que Egil empezara a sentir asfixia.

- ¿Qué información es tan importante para que merezca su libertad?

El atardecer estaba acabando y con ello la noche estaba llegando.

Parte 3

Alistair y Ana se encontraban corriendo a través del bosque, estaban siendo perseguidos por otro grupo de 3 cadetes.

- Mierda…

Ese era el pensamiento de Alistair mientras escapaba de sus perseguidores, ya habían reunido más pañuelos por el trayecto a una pareja que se encontraba por el bosque, pero lo que ellos no sabían es que no era una pareja, sino un grupo de 5.

Un joven moreno de piernas muy largas alcanzo rápidamente a Alistair y Ana, pero antes que los atacara, Alistair tenía una roca en su mano derecha la cual uso para dar un mayor impacto al rostro del enemigo haciendo que su pañuelo saliera volando y Ana en una gran muestra de destreza, salto y agarro el pañuelo en el aire y rápidamente emprendió la huida con Alistair.

Solo quedaban dos enemigos.

Alistair y Ana llegaron al borde de una cascada, no tenían salida, sus dos oponentes empezaron a acercarse lentamente entre los arbustos.

¿Realmente valía la pena arriesgar sus vidas por un entrenamiento?

Alistair miro a Ana y sonrió.

- ¡Claro que sí!

Alistair cogió de la cintura a Ana y con un salto hacia atrás, cayeron hacia el vacío y se perdieron en la cascada.

Parte 4

Día 6.

Al ver la poca cooperación de los dos prisioneros, el grupo liderado por Kenric decidió llevarlo devuelta con la guardia del castillo.

El grupo había caminado toda la noche para volver al punto de inicio.

- ¡Esperen!

Ese grito vino de Ana.

Gabriel, Kenric, Erica, Daniela, e incluso Galileo y Egil giraron en dirección de Ririna.

- Creo que deberíamos llevarlos hasta la frontera.

Todos tenían una mirada de confusión por la inesperada declaración de Ririna.

Ella siguió hablando.

- No sé si lo han notado, pero desde el incidente con los atacantes misteriosos hace meses, Ana cambio su forma de ser, y la situación se arregló sin mayor problema.

Mientras que Ririna seguía hablando, las manos de Gabriel empezaron a temblar, pero nadie se percató de ello.

- Y si ellos saben algo acerca de la corrupción interna de este país, nos ayudaría a saber a quién le estamos brindado nuestra fuerza, y el destino que nos espera.

Todos estaban dudosos, pero Kenric fue el primero en hablar.

- Si con eso puedo ayudar a Ana, entonces acompañare a estos malditos hasta la frontera.

Galileo hablo.

- Oye, más respeto, te escuchamos.

- Que importa maldito.

Al escuchar las palabras de Kenric, Daniela y Erica también se acercaron a Ririna a lo que esta sonrió.

Pero Gabriel se quedó parado sin hacer ningún movimiento.

Kenric, su amigo, hablo.

- Gabriel, ¿estás bien?

La expresión de Gabriel estaba siendo oculta por su largo cabello rubio.

Sus manos temblaban cada vez más fuerte al punto que ya era notorio para todos.

- ¿Gabriel?...

Pero en ese momento, un dragón negro paso volando a toda velocidad sobre el bosque levantando mucho polvo y sacudiendo los arboles haciendo que volaran las hojas de estos.

El grupo ya se había acercado demasiado a la zona del castillo, y el dragón que paso sobre ellos era claramente el dragón del instructor Arne.

Gabriel solo grito.

- ¡AAAAAAAAAAAHHHHHHH MALDICIÓN!

Gabriel corrió rápidamente hacia Ririna y el resto.

- Sé que me arrepentiré después pero hagámoslo, liberemos a estos malditos en la frontera.

Todos sonrieron incluyendo a los dos prisiones y fueron corriendo hacia el oeste del bosque.

Entre líneas 1

A las afueras del reino de la lluvia se encontraba una tribu llamada los Agrishkal, ellos Vivian en la frontera entre el reino de la lluvia y el reino del desierto, a la orilla del océano, sus vestimentas se basaban principalmente en la piel de los animales que cazaban, desde osos hasta cocodrilos e incluso en casos más extremos, dragones.

Un grupo de soldados del reino de la lluvia los estaba persuadiendo para que los Agrishkal se unieran a las fuerzas de la lluvia, les asegurarían protección y alimento para sus familias.

Un hombre de los Agrishkal hablo.

- No hacemos parte de sus guerras sin sentido, solo les pedimos que nos dejen en paz.

El soldado de la lluvia se irrito ante la respuesta de aquel Agrishkal.

- Tu…

El soldado desenvaino su espada y la dirigió hacia el hombre.

Pero inmediatamente los Agrishkal presentes apuntaron sus lanzas hacia los soldados de la lluvia.

El viento soplaba más fuerte que de costumbre, algo iba a iniciar aquí.

Uno de los soldados se acercó al que había desenfundado su espada, le susurro algo al oído y aquel soldado guardo nuevamente su espada.

- Volveremos, se arrepentirán de haber rechazado la solidaridad de nuestro patriarca.

Con esto dicho, el ejército de la lluvia se alejó de la tribu Agrishkal.